Pocas montañas existen tan icónicas en los Pirineos como la Peña Montañesa.
Sí, claro, tenemos el Monte Perdido y el Aneto y la Pica d’Estats y el Pedraforca pero de verdad que ninguna puede competir con la magestuosidad de la Peña Montañesa y su solitario entorno en el que es prácticamente imposible coincidir con alguien en su ascensión desde Laspuña subiendo por la Collada.
Una vez más, en los últimos días de agosto intentamos su ascensión con Pol (6 años) y Blanca (4 años) para ver hasta donde podíamos subir. Alcanzar los casi 2.300 metros de su pico es una tarea complicada pero algún día lo conseguiremos.
En esta ocasión llegamos hasta los 1.725 metros de altitud según mi Garmin por lo que aun nos queda un poquito para intentar alcanzar la cima de forma seria. También es cierto que comenzamos a andar muuuuy tarde pasadas ya las 11 de la mañana.
Aunque Pol estaba muy fuerte y hubiésemos podido llegar hasta arriba, Blanca iba un poco más justa de fuerzas y decidimos darnos la vuelta cuando alcanzamos un paso que requería un poco más de técnica y concentración.
La ruta completa y mapas puedes consultarlos en el Garmin Connect.
La clave, como siempre para subir con niños, es venirse con el calzado adecuado tanto para ellos como para ti y traerse un buen desayuno para comerlo por el monte.
El grip en las zapatillas o botas de montaña es algo esencial, especialmente en el ascenso a la Peña Montañesa ya que las pendientes son muy pronunciadas. En mi caso, aun es mucho más importante que para Pol y Blanca ya que en pasos difíciles tengo que darles la mano no solo en estático sino también mientras yo estoy andando también y es esencial que tenga puntos de apoyo super-estables.