De nuevo en la Peña Montañesa

Pocas montañas existen tan icónicas en los Pirineos como la Peña Montañesa.

Sí, claro, tenemos el Monte Perdido y el Aneto y la Pica d’Estats y el Pedraforca pero de verdad que ninguna puede competir con la magestuosidad de la Peña Montañesa y su solitario entorno en el que es prácticamente imposible coincidir con alguien en su ascensión desde Laspuña subiendo por la Collada.

Una vez más, en los últimos días de agosto intentamos su ascensión con Pol (6 años) y Blanca (4 años) para ver hasta donde podíamos subir. Alcanzar los casi 2.300 metros de su pico es una tarea complicada pero algún día lo conseguiremos.

Pol y Blanca ascendiendo a la Peña Montañesa

En esta ocasión llegamos hasta los 1.725 metros de altitud según mi Garmin por lo que aun nos queda un poquito para intentar alcanzar la cima de forma seria. También es cierto que comenzamos a andar muuuuy tarde pasadas ya las 11 de la mañana.

Blanca subiendo a la Peña Montañesa

Aunque Pol estaba muy fuerte y hubiésemos podido llegar hasta arriba, Blanca iba un poco más justa de fuerzas y decidimos darnos la vuelta cuando alcanzamos un paso que requería un poco más de técnica y concentración.

La ruta completa y mapas puedes consultarlos en el Garmin Connect.

Pol y Blanca descendiendo la Peña Montañesa

La clave, como siempre para subir con niños, es venirse con el calzado adecuado tanto para ellos como para ti y traerse un buen desayuno para comerlo por el monte.

El grip en las zapatillas o botas de montaña es algo esencial, especialmente en el ascenso a la Peña Montañesa ya que las pendientes son muy pronunciadas. En mi caso, aun es mucho más importante que para Pol y Blanca ya que en pasos difíciles tengo que darles la mano no solo en estático sino también mientras yo estoy andando también y es esencial que tenga puntos de apoyo super-estables.

Por el Sobrarbe con Pol y Sofia

Esta semana hemos estado por la zona de Ainsa y Boltaña con Pol y Sofia (sin tilde) y hemos hecho un montón de cosas. Las minivacaciones han sido especialmente intensas para Pol donde ha tenido la oportunidad de hacer lo siguiente:

      • Jugar con perros.
      • Sentirse rodeado de un rebaño de ovejas.
      • Bañarnos en el rio en agua «fresquita».
      • Comer moras (muchas) directamente de las zarzas.
      • Comer manzanas y peras directamente del árbol.
      • Ver y tocar renacuajos, algunos de ellos casi-ranas.
      • Perseguir saltamontes y jugar con ellos.
      • Ver burros y acariciarlos.
      • Ascender a la Peña Montañesa (no hasta arriba de todo).
      • Andar por el monte (en total más de 10 kms).
      • Caminar por terreno muuuuuuy irregular.
      • Beber agua fría de fuentes naturales.
      • Atravesar un puente románico.
      • Perseguir gatos.
      • Ver una puesta de sol increíble entre montañas.
      • Redescubrir Margudgued andando desde Ainsa.
      • Ver y tocar setas.
      • Ver vacas, gallinas, patos y cerdos.
Pol y Sofia ascendiendo a la Peña Montañesa

En el vídeo de arriba, Pol transita alegremente por el sendero justo a punto de entrar en la pedrera de ascenso a la Peña Montañesa de 2.295 metros sobre el nivel del mar. Parece llano, pero no lo es.

12 Años de la Subida a la Peña Montañesa

Hace ahora 12 años de mi primera participación en la «Carrera Peña Montañesa» que hicimos conjuntamente con José Luis, Jordi, Vicens, Juanma i Josep y donde sufrimos como no lo habíamos hecho antes corriendo.

He conseguido recuperar los dos videos «oficiales» de la prueba donde incluso se nos llega a ver.

Carrera a la Peña Montañesa – Parte I
Carrera a la Peña Montañesa – Parte II

Espero poder volverla a correr en alguna nueva ocasión, si se organiza, o al menos continuar corriendo por las montañas del Sobrarbe.

Ascensión a la Peña Montañesa

Casi por casualidad me he topado hoy con unas fotografías de 1993 de cuando mi padre y yo ascendimos a la Peña Montañesa.

Mi padre y yo ascendiendo a la Peña
Mi padre y yo ascendiendo a la Peña

Es curioso observar las pintas que llevamos y lo poco preparados que íbamos (ni una pobre botella de agua) para ascender un pico de casi 2.300 metros en pleno julio.

En la cima, resguardados del frio
En la cima, resguardados del frio

Eso si, la gorra y el bastón no podían faltar.

Nuevamente en la Peña Montañesa

Ayer estuve corriendo en la Carrera a la Peña Montañesa en su quinta edición (en el Pirineo de Huesca). Con una distancia de 24 kms, un desnivel positivo acumulado de 1.580 metros y uno negativo de 1.918, la distancia se había incrementado un poco respecto a la edición de 2008 cuando había corrido, así como el nivel de dificultad del circuito.

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(yo soy el del dorsal 164)

Con todo ello, conseguí terminar en 4h 02′ 40» en la posición 74 sobre un total de 121 participantes y un poco más fresco que hace dos años cuando llegué bastante agotado.

Mi hermano, en una hazaña heróica, también consiguió entrar en tiempo con 4h 44′ 47» con la muñeca muy hinchada debido a una caída que tuvo en el km 8. Posteriormente en el hospital le fue diagnosticada rotura del radio por lo que se va a tirar un mes escayolado.

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(este es mi hermano)

La organización de la prueba, avituallamientos y en definitiva todo fue excelente. Algunas fotos espectaculares de la carrera y del circuito pueden verse aquí.

El 4º Deseo

Este fin de semana hemos estado nuevamente por Ainsa y Boltaña para intentar hacer realidad mi cuarto deseo de mi Lista de Deseos. Hace 4 años nos compramos un pequeño huerto con una borda en la huerta de Guaso (aquí) con vistas increibles a la Peña Montañesa y a sólo 8 minutos corriendo de Margudgued (donde nació mi padre).

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Por cierto, nuestros vecinos más cercanos (Juan y familia) viven a unos 100 metros de nosotros en un antiguo molino rehabilitado y gracias al agua de la acequia disponen de una pequeña central hidroléctrica que les genera la electricidad necesaria.

«No me siento las piernas»

Tres días después de subir a la la Peña Montañesa sigo con serios problemas de movilidad. Además de las agujetas típicas que aun no se han ido, tengo los gemelos al borde de la contractura, un poco quemados por el sol y encima con algunos picotazos de mosquitos (o bichos varios). Además, una uña del pie se me ha puesto azul y otra tiene pinta de seguir el mismo camino.

Sin embargo, tengo unas ganas locas de recuperarme un poco más y salir de nuevo a correr.

Sampietro y Morillo de Sampietro

Aprovechando que el fin de semana estábamos en el Sobrarbe Aragonés, y tal como avisé en el post del 24 de Junio, el sábado fuimos de excursión a Sampietro y después a Morillo de Sampietro, donde habita una sola persona, a casi una hora de Boltaña por pista forestal en bastante mal estado (sin 4×4, no subes).

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La excursión es altamente recomendable si no te gusta mezclarte entre domingueros y turistas. Eso sí, prepárate bien, porque el camino en coche es bastante movido hasta donde se puede llegar, y el último tramo a pie es algo más que un sencillo paseo.

En Sampietro nos espera un pueblo abandonado hace más de 400 años donde la vegetación se entremezcla con las viviendas en ruinas. A poca distancia nos encontramos Morillo de Sampietro con sus casas de más de 200 años y con unas vistas increibles de todo el Pirineo.

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En la primera fotografía estamos en el punto donde debemos detener el vehículo y comenzar a descender hasta Sampietro. En la segunda, se ve Morillo de Sampietro en la parte central y la Peña Montañesa al fondo a la izquierda.