Nos hemos pasado todo el agosto masacrados por una cobertura más que mediocre de los juegos olímpicos centrada principalmente en los aspectos más rosas de los deportistas y en los rankings de medallas que todos los periódicos (incluído Google) anclaron en sus páginas desde el primer día.
Y es que parece que si no estás en las primeras posiciones del medallero eres un país de pandereta y que no pintas nada en el mundo,… sin embargo creo que no es así.
El primer país en el medallero es Estados Unidos, un país principalmente de gordos sebosos al que no le sirve de mucho tener a los mejores deportistas mundiales cuando no es capaz de controlar la salud de sus habitantes y ni siquiera de evitar las desigualdades sociales. Igual o muy parecido podríamos decir de Reino Unido, China (donde se están empezando a engordar, como mínimo sus turistas) o Rusia. En cambio otros países más civilizados, con mayor calidad de vida y con una salud de sus habitantes envidiable no han brillado especialmente en los juegos: Dinamarca (28), Suecia (29), Noruega (74) y Finlandia (78).
El resumen, pues, es el siguiente:
- En vez de gastarse dinero en deportistas de élite, centros de alto rendimiento, becas y subvenciones, sería mejor invertir en campañas de concienciación para que todo el mundo haga deporte, coma sano, etc.
- Entre los hechos más lamentables está el de «importar» deportistas de otros países (en nuestro caso de Sudamérica o norte-africanos y nacionalizarnos) a ver si así incrementamos el medallero.
- Como regla general, y salvo alguna excepción como Alemania, los que más invierten son los países más competitivos y beligerantes, los que mayor gastan en defensa, son los que más medallas consiguen y a la vez los que tienen a sus habitantes más gordos o con más desigualdades.
Y por supuesto, aplicaría la misma regla de supresión de ayudas y subvenciones a cualquier tipo de deporte de élite que no aporte ingresos al país.