En mi tarea casi infinita de escanear fotografías antiguas que aun conservo en álbumes físicos, esta semana le ha tocado el turno al verano de 1992 cuando trabajé para Motorola dando soporte de telecomunicaciones durante los Juegos Olímpicos de Barcelona.
Casi cada día tenía que estar en una sede distinta por lo que mi acreditación me permitía entrar en prácticamente todos los recintos y estadios y pasearme libremente por cualquier zona.
Fue realmente emocionante poder seguir los Juegos Olímpicos desde tan de cerca desde el primer día hasta el último en el que tuve la oportunidad de ver en vivo la ceremonía de clausura.
Al final me han salido unas 150 fotografías todas ellas muy interesantes en la que se entremezclan records del mundo, atletas míticos, fiestas y escenas cotidianas durante las semanas que duró el evento mundial más importante que existe hoy en día.
Nos hemos pasado todo el agosto masacrados por una cobertura más que mediocre de los juegos olímpicos centrada principalmente en los aspectos más rosas de los deportistas y en los rankings de medallas que todos los periódicos (incluído Google) anclaron en sus páginas desde el primer día.
Y es que parece que si no estás en las primeras posiciones del medallero eres un país de pandereta y que no pintas nada en el mundo,… sin embargo creo que no es así.
El primer país en el medallero es Estados Unidos, un país principalmente de gordos sebosos al que no le sirve de mucho tener a los mejores deportistas mundiales cuando no es capaz de controlar la salud de sus habitantes y ni siquiera de evitar las desigualdades sociales. Igual o muy parecido podríamos decir de Reino Unido, China (donde se están empezando a engordar, como mínimo sus turistas) o Rusia. En cambio otros países más civilizados, con mayor calidad de vida y con una salud de sus habitantes envidiable no han brillado especialmente en los juegos: Dinamarca (28), Suecia (29), Noruega (74) y Finlandia (78).
El resumen, pues, es el siguiente:
En vez de gastarse dinero en deportistas de élite, centros de alto rendimiento, becas y subvenciones, sería mejor invertir en campañas de concienciación para que todo el mundo haga deporte, coma sano, etc.
Entre los hechos más lamentables está el de «importar» deportistas de otros países (en nuestro caso de Sudamérica o norte-africanos y nacionalizarnos) a ver si así incrementamos el medallero.
Como regla general, y salvo alguna excepción como Alemania, los que más invierten son los países más competitivos y beligerantes, los que mayor gastan en defensa, son los que más medallas consiguen y a la vez los que tienen a sus habitantes más gordos o con más desigualdades.
Y por supuesto, aplicaría la misma regla de supresión de ayudas y subvenciones a cualquier tipo de deporte de élite que no aporte ingresos al país.
Ayer, contra todo pronóstico y sin programación previa, visité el Museu Olímpic i de l’Esport de Barcelona, junto al Estadio Olímpico. El caso es que nuestro objetivo era ir al MNAC a ver la exposición temporal sobre Sorolla pero al acercarnos vimos enseguida que sería una operación imposible: había cientos de personas haciendo cola para entrar y la tónica se repetía en todos los museos de la ciudad (por eso de la Semana Santa y que llovía,…).
El único museo que apuntaba tranquilidad fue el que visitamos y aunque hacía tiempo que lo tenía en mi lista de deseos aun no había tenido la ocasión.
El museo repasa la historia de los juegos olímpicos, partiendo de los deportes que se incorporaron año tras año. Para los nostálgicos de los JJOO de Barcelona’92, debería ser una visita obligada aunque para el resto, el museo deja bastante que desear.
Psíquicamente, claro, porque a nivel físico continuo en Argentina.
Lo tengo todo dispuesto: la televisión, la programación y el sofá para el arranque de los juegos olímpicos en unas pocas horas. Lo que más me interesa, obviamente el fútbol y el atletismo, con especial atención a los 1.500, 5.000, 10.000, Maratón, todas las pruebas de marcha y decathlon. Lo menos relevante, la gimnasia rítmica, natación sincronizada y deportes de equipo variopintos (volei playa,…).