Hace ya más de un año y medio que visité la imprescindible Ermita de Juanipablo en el Pirineo Aragonés. Se sabe que la ermita fue consagrada en el 1019 gracias al pergamino que fue encontrado en su lipsanoteca y que se guarda en el Museo Diocesano de Barbastro que he visitado este fin de semana.
Las lipsanotecas, durante el periodo románico, se utilizaron entre otras cosas para guardar los pergaminos de consagración en los «cimientos» de las iglesias o ermitas o simplemente debajo de los altares. Gracias a ellas es posible conocer buena parte de la historia de estos monumentos religiosos.
En la fotografía (obtenida de www.romanicoaragones.com) se muestra la lipsanoteca y el pergamino originales que fueron recuperados de Juanipablo.
El sábado pasado, siguiendo la estela de Javifields, tuve la oportunidad de visitar la Ermita de Juanipablo muy cerca de la localidad de Tella, tierra de brujas y gigantes, en la comarca del Sobrarbe y dar por realizado un deseo más de mi Lista de Deseos.
Emplazada en un entorno natural excepcional, la ermita, del siglo XI, está considerada como el templo más antiguo documentado de toda la comarca. Su construcción, impulsada por el deseo de «cristianizar» el llamado Puntón de las Brujas debió acelerarse para frenar los aquelarres que se realizaban en el lugar para invocar a Satán por parte del cada vez más numeroso grupo de brujas que habitaban la región. Sólo visitando este insólito lugar, puede uno imaginarse como debía ser hace más de 1000 años, con el viento gélido bajando de las heladas cumbres del Monte Perdido y ver las reuniones de infieles señoras celebrando ritos ancestrales. Los lugareños, durante siglos siempre han proclamado el «Tella, Dios nos guarde de ella«, ante el temor que despertó siempre su tradición brujeril a lo que las brujas respondían con un «Ojala tengas tan lejos los huesos de la carne como estás de ella«.
Tal y como consta en un pergamino conservado en el Museo Diocesano de Barbastro, en 1019 era consagrada la ermita por el Obispo Borrel de Roda de Isábena, en presencia de la condesa Toda de Ribagorza. Este hecho pone de relieve la influencia que ejercía el condado de Ribagorza sobre el de Sobrarbe al extinguirse su casa condal. Aunque pronto ambos condados, acuciados por el Imperio Carolingio al norte y las incursiones musulmanas al sur, dieron por bueno el amparo de Sancho III el Mayor de Pamplona (un viejo familiar mío).
Para los que quieran visitar la ermita, avisar que no se llega en coche y que hay que andar un rato.