La semana pasada visité las minas de sal, el castillo y la Canónica de Cardona: ya llevaba cerca de dos años en la Lista de Deseos esta importante ciudad que jugó un papel destacado en la Guerra de Sucesión española.
En el año 1700 murió sin descendencia Carlos II, el último rey de la Casa de Austria en España. En su testamento designaba como sucesor de la corona a Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, pero esta decisión se convierte en un problema de equilibrio territorial por las suspicacias de algunos países europeos que ven la alianza franco-española como el nacimiento de una nueva super-potencia. En pocos meses la Guerra de Sucesión se extiende por la península ibérica: Francia y España se enfrentan a Inglaterra, Holanda y el Imperio Austriaco que defienden como sucesor a Carlos de Austria.
Los reinos de la Corona de Aragón y Valencia se posicionan con los Austriacistas en una larga guerra que comienza a cambiar de signo el 25 de abril de 1707 en la Batalla de Almansa donde las tropas borbónicas vencen y ocupan Aragón y Valencia aboliendo todas sus instituciones.
En 1711 muere el emperador José y su hermano, el Archiduque Carlos hereda la corona del imperio autriaco perdiendo el interés en España y dejando a Catalunya sola frente a las tropas borbónicas: en 1713 se firma el Tratado de Utrecht a través del cual todas las potencias europeas reconocen a Felipe V como rey de la monarquía hispánica.
El 11 de septiembre de 1714, después de 14 meses de sitio, cae Barcelona y el 18 de septiembre la última plaza militar: Cardona. El Decreto de Nueva Planta, de 1716, impone en Catalunya las instituciones y leyes de Castilla y une por primera vez todos los territorios peninsulares excepto Portugal bajo el nombre de España.