Ya tengo 50

El pasado 13 de diciembre cumplí 50 años y aunque aun me quedan otros 50 más, al menos, estoy bastante satisfecho con todo lo que he hecho en esta primera mitad de mi vida: 39 maratones, 71 países visitados, 2 hijos, 3 blogs, 9 trabajos, 192 libros leídos, 14 grandes picos ascendidos, 19 islas, 2 hipotecas activas y algunas cosas más…

Para conmemorar tan señalada fecha, mi sobrina Sara Sampietro hizo este simpático dibujo de regalo:

Dibujo original de Sara Sampietro

El único comentario al dibujo es que quizás ya no tengo el pelo tan naranja.

Colecciones

Continúo escaneando escritos inéditos de mi madre que encontré en casa de mis padres 6 años después de que muriera. En este caso, este fue escrito cuando tenía 78 años.

Colecciones

¿Quién no ha coleccionado de pequeño o mayor algo alguna vez? Hay colecciones que tienen principio y fin, en cambio otras son inacabables.

Los chicos hacían colección de jugadores y equipos de fútbol, generalmente cromos que se compraban aunque había productos tales como chocolates, cubitos de caldo, galletas, etc., que colocaban ocultos en sus productos unos cromos que el público infantil coleccionaba y entonces consumía en abundancia para poder obtener más cromos, que al salir repetidos intentaban cambiar entre compañeros aunque había cromos que dificilmente salían.

Los adultos coleccionaban sellos, monedas, anillas de cigarros o puros, tapones de cava, etc. y la gente más pudiente obras de arte como cuadros, etc.

No creo que haya nada de malo en hacerse colecciones de cosas que puedan estar a nuestro alcance; es una ilusión que ayuda a superar algún obstáculo que siempre los hay en la vida.

Los domingos por la mañana, en la Plaza Real y en los alrededores del Mercado de San Antonio hay tenderetes destinados al intercambio y venta de cromos, monedas, sellos, etc. También acuden allí muchos niños, acompañados de sus padres, para hacer intercambios entre los visitantes del mercadillo.

Cuando completábamos alguna colección, primero, mucha ilusión cuando lográbamos los últimos cromos, una vez completada la guardábamos en un cajón, que generalmente con el tiempo y nuestro cambio de aficiones raramente la ojeábamos, hasta que algún día, ya adultos o casi adultos, ya cansados de tropezar con aquel álbum, acabábamos por deshacernos de el, cosa que no ocurre con la colección de sellos y monedas, que tienen un valor económico.

En la vida hay que tener ilusión por algo aunque a los que nos rodean les parezcan cosas supérfluas, pero nosotros le damos otra clase de valor.

De pequeña, para las onomásticas, con las amigas nos mandábamos postales por correo deseándonos toda suerte de dichas; ahora lo considerarían una cursilería. Yo las he guardado todas y después de 60 años y más, las he colocado en un album, haciendo constar fecha y nombre del remitente.

Cuando yo falte que hagan lo que quieran con ellas pero para mi tienen una valor sentimental.

María Luisa Ventosa

Este es el original que estaba en una libreta con algunos más. A ver si hay suerte y encuentro el álbum que mi madre menciona al final del escrito.

La primera carta a los Reyes

Hace unos días, Pol escribió su primera carta a SSMM los Reyes Magos de Oriente y antes de ensobrarla la escaneé para asegurarme de que el día 6 de enero está todo en orden y le han traído lo que ha pedido.

Carta de Pol a SSMM los Reyes Magos de Oriente

Técnicamente, la escritura es obra mía pero ha sido Pol el que ha ido enumerando todas las cosas que quería y el que ha firmado al final. Algunas son sencillas como los tomates, la coliflor o el brócoli y otras más complicadas como los planetas del sistema solar. Veamos a ver como lo gestionan los Reyes.

Barcelona 92

En mi tarea casi infinita de escanear fotografías antiguas que aun conservo en álbumes físicos, esta semana le ha tocado el turno al verano de 1992 cuando trabajé para Motorola dando soporte de telecomunicaciones durante los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Casi cada día tenía que estar en una sede distinta por lo que mi acreditación me permitía entrar en prácticamente todos los recintos y estadios y pasearme libremente por cualquier zona.

Fue realmente emocionante poder seguir los Juegos Olímpicos desde tan de cerca desde el primer día hasta el último en el que tuve la oportunidad de ver en vivo la ceremonía de clausura.

En la Ceremonia de Clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992

Al final me han salido unas 150 fotografías todas ellas muy interesantes en la que se entremezclan records del mundo, atletas míticos, fiestas y escenas cotidianas durante las semanas que duró el evento mundial más importante que existe hoy en día.

Alternativas a los Videojuegos, Móviles y TV

Lo peor de pasarse todo el día enganchado al teléfono, jugando con videojuegos o viendo series no es solamente el incremento de la grasa corporal sino que afecta negativamente a nuestro cerebro haciéndonos más lentos (o tontos), interfiriendo en nuestros patrones de sueño y disminyendo nuestra capacidad de relación social. Obviamente, el problema es mucho más grave en niños, incluso durante las comidas o cenas.

Sin embargo, no todo está perdido y aun existen cientos de opciones como alternativas a estas tres adicciones que nos harán sentir realmente vivos y sobre todo ayudarán a los niños a desarrollarse más adecuadamente. Algunos ejemplos:

    • Geocaching, un divertido juego de búsqueda de tesoros para adultos y niños que nos mantendrá conectados con el mundo real.
    • Ir a buscar setas al monte, especialmente entre los meses de septiembre y noviembre.
    • Si llueve o si nos levantamos temprano por la mañana (6 o 7) ir a coger caracoles cerca de parques o bordes de caminos.
    • Descubrir la ciudad en bicicleta. Seguro que hay muchos lugares a los que no hemos ido nunca.
    • Jugar al Monopoly o a cualquier otro tipo de juego de mesa, incluyendo el parchís.
    • Ir a pescar, ya sea en el mar o a algún rio.
    • Ir a buscar espárragos a la montaña… y luego comérselos.
    • Coleccionar sellos, billetes y/o monedas.
    • Recolectar hierbas silvestres para cocinar (romero, tomillo,…).
    • Senderismo o montañismo, dependiendo de nuestra capacidad física.
    • En verano, ir a nadar al mar.
    • Ir en busca de un Edelweiss (tendrás que estar en buena forma física).
    • Por la noche, extenderse en el suelo en un prado y contemplar las estrellas identificando las constelaciones.
    • Ir a por madroños (en el Collserola hay muchos!) y hacer mermelada o símplemente comérselos.
    • Ir a pueblos a comprar verduras y frutas frescas y de temporada, allí donde se cultiven.
    • Cocinar y hacer conservas.
    • Hacer cada día algo nuevo, aunque sea una pequeña cosa.
    • Leer un libro, ya sea en la cama, en el sofá o debajo de un árbol.
    • Ir a jugar a los bolos.
    • Visitar museos y exposiciones, preferiblemente pequeños.
    • Salir a desayunar un sábado fuera en vez de levantarse tarde y quedarse en casa.
    • Ir al teatro y al cine (la experiencia es mucho mejor que quedarse en casa viendo una película delante del televisor).
    • Ir a patinar.
    • Ir a mercadillos temáticos en la ciudad.
    • Construirte tu propio blog.
    • Estudiar la genealogía de tu familia.

En fin, un montón de cosas con la que poder respirar antes que consumir el escaso tiempo de nuestra vidas delante de un teléfono o televisor.

La Vida Laboral

Continúo descubriendo y escaneando los papeles de mi madre y en esta ocasión me he topado con uno que habla sobre la vida laboral y que curiosamente está escrito con impresora. Y digo curioso porque mis padres ni tenían ordenador y ni mucho menos impresora por lo que imagino que en alguno de los muchísimos cursos que hacían en el Casal d’Avis del barrio los podrían delante de un Word y mi madre escribiría esto.

La Decepción

Esta es la segunda entrega de los escritos inéditos de mi madre que encontré en casa de mis padres 6 años después de que muriera. Fue escrito cuando tenía 77 o 78 años.

La Decepción

¿Quién no se ha sentido decepcionado alguna vez? Nadie...? Hay decepciones que son pasajeras, fugaces, estas al poco tiempo ya ni nos acordamos.

Algunas veces nos hacemos ilusiones y nos montamos lo que suele decirse un castillo de naipes que al poco se derrumba. La decepción llega después de hacernos una falsa ilusión. La decepción es familia del desengaño que cuesta más de digerir y en ocasiones este queda a perpetuidad, arrastrando tristeza tras de si, haciendo que nuestro pensamiento lo ocupe la tristeza en lugar de la alegría y la ilusión.

Hay que saber valorar con valentía las contrariedades que la vida conlleva. ¿Vale la pena preocuparse tanto por tal o cual cosa?. Estando solas, muchas veces por un problema insignificante lo hemos ido alimentando y ampliando y al final lo hemos transformado en un problemazo, luego hemos parado la fantasía, y pensando un poco hemos llegado a la conclusión que no era tal el problema sino una pequeña contrariedad, cambiamos de pensar hacia una cosa más positiva y volvemos a encontrarnos mucho mejor.

Es bueno tener ilusión pero es malo hacerse falsas ilusiones que sabemos que son casi imposibles de lograr.

María Luisa Ventosa

Y este es el original.