¿Qué pasa con los armenios?

Además de visitar Georgia, este verano también he estado en Armenia: unos cinco días en Ereván y sus alrededores, además de atravesar medio país en coche desde la frontera de Guguti.

Armenia es un país mayoritariamente cristiano y está considerada como la primera nación del mundo en adoptar esta religión en el año 301. Esto por si solo no deberia explicar la antipatía que genera en una zona rodeada por países mulsulmanes como Azerbajan, Irán y Turquía, ya que Georgia es también cristiana y está en un situación muy diferente.

El pueblo armenio, al igual que el judío, forman parte de una tradición muy antigua que se remonta al siglo VI antes de cristo y que a lo largo de su historia ha gozado de momentos intermitentes de independencia. Durante dos milenios, han sido invadidos y desplazados varias veces, creando y manteniendo unos vínculos familiares y culturales muy fuertes ahí donde se encontraban.

Este hecho facilitó que las etnias armenias prosperaran en Estambul (no en el resto del Imperio Otomano) y que rápidamente se convirtieran en una especie de élite adinerada que generó envidias y un sentimiento anti-armenio por el hecho de ser «extrangeros cristianos» en un país musulmán donde cada vez tenían más poder y controlaban más estamentos. Fuera de la capital, en cambio, los armenios vivían en condiciones de pobreza y tratados como ciudadanos de segunda categoría.

Este hecho por si solo puede explicar el genocidio armenio perpetrado por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923, en los albores de la creación de la actual Turquía, donde se estima que murieron alrededor de 1,5 millones de personas en un afán por eliminar a los infieles al Islam.

Tsitsernakaberd – Monumento a las víctimas del Genocidio Armenio en Ereván

Mi experiencia con los armenios durante estos cinco días ha sido buena. Es cierto que son bastante antipáticos y poco o nada amigables pero su comportamiento ha sido siempre muy correcto. La capital es moderna con un fuerte impacto soviético y con vistas exectaculares al Monte Ararat, de 5.137 m. en Turquía, donde se supone que se detuvo el Arca de Noé en el diluvio universal cuando las aguas comenzaron a descender.

Hoy en día existen comunidades armenias en muchos países del mundo pero principalmente en Rusia, Europa, Estados Unidos, Irán, Ucrania, Georgia, Líbano y Siria, debido a la gran diáspora armenia que comenzó en 1375 con la conquista del Reino Armenio de Silicia y que puede explicar que solamente 3.300.000 de los 12.000.000 de armenios vivan en la actual República de Armenia.

Ser feliz

Hace ya más de 16 años que sinteticé Las 8 Claves para ser Feliz y desde entonces he evolucionado bastante el pensamiento hasta llegar a una conclusión que permite explicar de forma sencilla el camino a la felicidad.

La felicidad es la ausencia de preocupaciones.

Fácil, ¿no?. Ya solo queda entonces aprender a eliminar nuestras preocupaciones o a gestionarlas de forma que no sean tales.

En mi caso particular es un poco más fácil porque siempre aplico un par de reglas clave:

    • Relativizar los problemas. Si puedes solucionarlos, los solucionas y si no puedes, símplemente, ignóralos. Vamos, que hay que ser un poco más pasotilla si quieres ser feliz.
  1.  
    • Preocuparse a su debido tiempo. Si vas a tener un problema en 3 meses, ya te preocuparás o lo solucionarás cuando llegue. No vale la pena comenzar a preocuparte antes. Esta regla está intimamente ligada con el concepto de «no hagas hoy algo que puedas hacer mañana».

En general, la gente más feliz no se estresa si llega justa al aeropuerto, cuando se acerca la fecha de entrega de la declaración de la renta, cuando no te suben el sueldo ni te promocionan o cuando tus amigos no te han invitado a una cena, símplemente por citar algunos ejemplos.

Hiroshima, de John Hersey

En 1946, John Hersey publicó un artículo periodístico en The New Yorker describiendo detalladamente como habían vivido el lanzamiento de la primera bomba atómica seis habitantes de Hiroshima. En 1985, casi cuarenta años después, se añadió un quinto capítulo que continuaba con la narración de la vida de los seis protagonistas.

Es probablemente uno de los libros más importantes que he leído en los últimos años por su rigor periodístico y porque se limita solamente a la descripción de los hechos dejando para el lector las opiniones y reacciones a lo que fue el bombardeo, el conflicto bélico, la ocupación americana posterior y la extraña conexión entre guerra y paz.

Sin ningún género de dudas, es un libro que deberías leer y sin el cual nuestro mundo actual se descontextualiza.

Tiflis (o Tbilisi)

Este verano he estado por Georgia, en el cáucaso, y como no en su capital, Tbilisi (Tiflis en español).

El que era hace 20 años el país más peligroso de Europa, hoy en día es un remanso de paz y tranquilidad por el que te puedes mover sin ningún tipo de problema en su capital y tambien fuera.

Llegué a Tiflis pensando que iba a ser el único turista y cual fue mi sorpresa al descubrir que chinos, rusos, indios, turcos, árabes y kazajos lo tenían medio «invadido» con sus cámaras fotográficas en una capital que no decepciona y que tienes multitud de rincones, museos y espacios que hay que visitar.

Fundada en siglo V, se convirtió rápidamente en un punto geoestratégico de la ruta de la seda reconvertida hoy en día en un importante cruce de gasoductos provinentes de Irán y Azerbajan.

El casco antiguo de Tiflis es una de sus joyas principales, salpicado por cientos de restaurantes y bares y agitado al anochecer por una vibrante multitud de jóvenes respira vida y energía. Desde la Fortaleza de Narikala (del siglo IV), la vista de la ciudad es impresionante igual que el fluir tranquilo del río Kura, el Puente de la Paz o el Parque Rike.

Vista de Tiflis y del rio Kura desde la Fortaleza de Narikala

Desde Tiflis hay multitud de tours de un día para ir a los picos más elevados del Cáucaso de más de 5.000 metros, visitar sus decenas de monasterios ortodoxos o degustar vino en las importantes zonas de producción vinícola de Georgia.

Eso sí, en verano hace mucho calor con temperaturas que llegan hasta los 45 grados con facilidad aunque sin humedad. La gente es un poco rancia pero correcta y pese a que pocos hablan inglés, no tuve ningún problema para entenderme y que me dieran de comer cada día.

Plaza Europa de Tiflis

Georgia tiene algunas disputas con Rusia en los territorios de la autoproclamada República de Abjasia, en el oeste, y en Osetia del Sur en su frontera norte. Ambas regiones, en territorio georgiano, son independientes de facto aunque no están reconocidas por más de 4 o 5 países en el mundo. Este hecho explica la total animadversión hacia Rusia pese a que es una de sus principales fuentes de ingresos por turismo y las fronteras están abiertas para transitar entre los dos países.

La «Casa Pol i Blanca»

Uno de los deseos más antiguos que tenía en mi Lista de Deseos se ha hecho realidad por fin.

Fue en 2005 cuando decidí que tenía que tener una casa o piso en Margudgued, Boltaña o Ainsa y después de varios intentos con terrenos, arquitectos y promotores, la solución más efectiva ha sido la más sencilla: comprarme algo ya construído. Y así ha sido.

El 23 de junio, mi hermano y yo nos compramos un duplex en Boltaña para que la saga de los Sampietro pueda continuar donde comenzó hace ya muchos siglos. Pol y Blanca la han bautizado como «Casa Pol i Blanca» (ya se que es un poco egocéntrico por su parte pero considerando sus 5 y 3 años que tienen, lo puedo aceptar).

Cielo estrellado en Boltaña desde la «Casa Pol i Blanca» – Clica en la imagen para hacer zoom

Para los que no conocen la zona del Sobrarbe aragonés, diré que entre sus muchas peculiaridades que vale la pena descubrir destaca su cielo estrellado sin contaminación lumínica. No intentes hacer la foto de arriba en Barcelona porque no podrás.

Adiós a Instagram

Después de perder cientos o miles de horas navegando por Instagram, he decidido desinstalarlo de mi teléfono para invertir mi tiempo en tareas más provechosas. De momento no voy a borrar la cuenta ni eliminar las fotografías sino símplemente dejar de publicar y de merodear en cuentas de otros.

Es cierto que quizás no me entere de lo que hacen algunos de mis amigos o donde se han ido de vacaciones pero creo que podré vivir con ello.

Lo que me estoy pensando es en comenzar a utilizar más intensamente mi blog a través de la app móvil de WordPress para sustituir a Instagram como «cuaderno de bitácora» y que al fin y al cabo es para lo que lo cree hace ya más de 25 años.

Chris Killip en Newcastle

Hacía mucho tiempo que una exposición fotográfica no captaba mi atención con tanto entusiasmo como lo ha hecho hoy Chris Killip en el Baltic Centre for Contemporary Art de Newcastle.

Killip, nacido en la Isla de Man en 1946, documentó con su cámara las dificultades de los habitantes del norte de Inglaterra y su estrecha relación con la ciudad, el carbón y el mar en la década de los 70 y los 80.

Crabs, Skinningrove, North Yorkshire 1982 – Chris Killip

A través de 50 o 60 fotografías, quizás más, muchas de ellas alrededor del área de Newcastle, podemos imaginar la dura vida de muchos de los habitantes durante los años de crisis que transformaron el antiguo modelo de economía productiva industrial y del carbón convirtiendo Inglaterra en la actual potencia financiera y tecnológica.

Sin duda ha sido todo un descubrimiento que recomiendo encarecidamente.

Moldavia

Hace unas semanas estuve en Moldavia, mi país número 74. Entré al país desde Rumania por la frontera de Iasi porque me habían cancelado el vuelo a Chisinau por su cercanía a Ucrania y no había otro remedio si quería visitarlo.

Ciertamente no es un país que atraiga a muchos turistas, de hecho yo creo que actualmente no atrae a ninguno pese a que tiene mucho que ofrecer, es muy seguro y sobre todo muy barato. Moldavia es un país de vino, con muchas bodegas, cultivos y naturaleza.

Monasterio de Capriana, Moldavia
Parlamento de Moldavia en Chisinau
Yo en Chisinau, la capital de Moldavia
Jardines de Esteban el Grande en Chisinau

La capital, para ser honestos, es bonita pero algo «austera». Pese a lo que podría pensarse, es una ciudad moderna y limpia, con restaurantes, parques y algunos edificios antiguos que recuerdan su pasado soviético.