Pol y Blanca me han regalado estos bonitos dibujos hoy que era el Día del Padre.
El Sistema Solar no podía faltar a esta importante cita.
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Pol y Blanca me han regalado estos bonitos dibujos hoy que era el Día del Padre.
El Sistema Solar no podía faltar a esta importante cita.
Hace 8 días, en un domingo sin demasiadas aspiraciones, decidimos Pol, Blanca y yo, salir a explorar un poco la ciudad e ir al KBr de la Fundación Mapfre en la Villa Olímpica de Barcelona.
El KBr es una sala de exposiciones de fotografía artística con muestras itinerantes donde una de las cuales, dedicada a Adolf Mas Ginestà, llamó mi atención esperando encontrar fotos antiguas de la ciudad de Barcelona. Pero no fue el caso.
La sorpresa fue descubrir la otra exposición dedicada a Lee Friedlander, un tipo americano que no conocía y que me encantó y al que recomiendo visitar si te gusta la fotografía.
Aparte de las dos exposiciones, lo más remarcable fue cuando me despisté unos segundos y Blanca se quedó atrancada en la puerta giratoria de entrada y de donde tuvo que ser rescatada por los de seguridad.
He estado varias veces en Rusia en los últimos 25 años: un par de veces en Moscú, otra en San Petersburgo y otra atravesando el país desde el lago Baikal hasta la capital. También estuve en Ucrania hace 9 años corriendo la Maratón de Kyiv. Tengo además amigos y colegas rusos y ucranianos.
Dejando de lado los orígenes históricos del conflicto actual y la más que discutible influencia que Estados Unidos y Europa jugó en el fin del mandato de Yanukovich, el último presidente «pro-ruso», y de los sucesos iniciados en el Euromaidán en noviembre de 2013, no puede justificarse de ninguna forma la invasión militar de Rusia.
Y con todo, me sorprende la posición neutral e incluso pro-rusa de buena parte de la extrema izquierda mundial (Podemos, Venezuela,…) que intenta justificar la matanza indiscriminada de personas explicando que se ha debido a las provocaciones de la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos e incluso a la existencia de grupos ultranacionalistas de derechas en Ucrania. Abanderados del «No a la OTAN» y de la paz no dudan en defender o símplemente mantenerse imparciales ante una agresión de tal calibre.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia está a la misma altura de las de Irak y Afghanistan por parte de Estados Unidos, todas ellas injustificables, por lo que cualquier sanción para aislar a Putin y su régimen me parece necesaria.
El aislamiento ruso que está justo comenzando llevará a gran parte de la población a los oscuros tiempos de la URSS y a tener que renunciar a occidente y girar más hacia China por lo que no sería descabellado que los propios habitantes rusos sean los que hagan caer a Putin al tener que renunciar al recién descubierto estilo de vida occidental que solo les habrá durado 30 años.
No había oído su nombre hasta que Maria lo nombró hace tres o cuatro meses. Estaba a punto de terminar el libro que me estaba leyendo así que después de leer su última página comencé con «Las partículas elementales» y con el mundo de Michel Houellebecq, un mundo gris, a veces depresivo y desconocido que en algunos momentos roza la pornografía y el delito y que no deja indiferente a nadie.
Casi sin darme cuenta había terminado su primer libro y estaba comenzando con «La posibilidad de una isla» que solo puede calificarse de obra maestra contemporanea e incorporase al selecto elenco de escritores que se seguirán leyendo dentro de unos siglos.
Y es que «La posibilidad de una isla» no te deja indiferente y por eso mismo debería ser una lectura imprescindible para todo aquel que no esté buscando best-sellers aburridos de novela histórica en los que lees uno y los has leído todos (salvo muy honradas excepciones).
Si estás o eres débil o símplemente estás pasando una mala racha en la que el mundo te parece una mierda, mejor que dejes la iniciación a Houellebecq para otro momento.
¿Como puede ser que después de casi 25 años de blog aun no haya hablado nunca de Ophelia, de John Everett Millais? Muchos definen el cuadro como la «muerte más bella jamás pintada» y realmente podría merecer este calificativo.
Pintada alrededor de 1850, representa a Ophelia, la amante de Hamlet, justo después de ahogarse (o suicidarse) rodeada de una exhuberante naturaleza que la envuelve en el agua y fuera de ella y que esconde multitud de mensajes como el collar de violetas representando el amor efímero y el duelo. Shakespeare escribe en Hamlet: «Una violeta que en la primavera juvenil de la naturaleza se adelanta, no permanente, dulce no duradero, perfume de un momento y nada más.«.
Se exhibe habitualmente en la Tate Gallery en Londres.
Can Piera es una mansión ubicada en el número 22 de la calle Panamá de Barcelona en la zona alta de Pedralbes. Allí nació mi madre donde sus padres (mis abuelos) trabajaban como cocinera y chofer para una de las familias más adineradas de la ciudad a principios del siglo XX.
Buscando entre las cajas de fotografías que tenían mis padres en casa, he encontrado esta que soy incapaz de identificar. Lo único que se seguro es que fue hecha en Can Piera alrededor de 1930, quizás 10 o 15 años antes o después.
Y como que el azar es una casualidad presente e imprevisible, quizás esta fotografía algún día cae en manos de alguien que es capaz de identificar a la niña de la manguera y me da una alegría.
La primera semana de enero estuvimos Pol, Blanca y yo de excursión por Corberà del Llobregat y nos gustó mucho. A escasos 20 minutos de Barcelona y rodeado de montañas y bosques, se ubica esta pequeña población que aunque es principalmente conocida por su pesebre viviente durante la Navidad, tiene mucho más que ofrecer.
Su casco antiguo, aunque pequeño, es realmente impresionante con sus construcciones en arenisca roja encaramado en la parte alta del pueblo y que incluye las antiguas murallas del castillo y el complejo de la Iglesia.
Bajando por la parte posterior hay un agradable paseo de pequeñas casitas donde se ubica el pesebre viviente en época navideña y que merece una visita en cualquier momento del año.
También son igualmente interesantes las múltiples pistas y senderos que rodean y atraviesan la zona tanto para trekking como para ir en bicicleta.
A mis 50 he decidido sacarme el carnet de moto A2 (48CV máximo) y una vez lo tenga, que ya queda poco, me compraré una. Y aquí es donde comienzan las dudas.
La principal es si quiero una scrambler o una adventure. La scrambler es más cómoda por ciudad mientras que la adventure es más cómoda para distancias largas. En ambos casos, quiero que tengan algo de offroad aunque no tenga ni idea de como conducir por el monte ni quiera hacer ninguna ruta seria (de momento).
Lo cierto es que el 80% del tiempo la utilizaré en ciudad y rondas y que esporádicamente puedo querer ir al Pirineo o a pasear fuera de la ciudad. Estéticamente, las scramblers son más bonitas porque las clásicas del adventure, las BMW 1200GS y toda su familia, me parecen tanques conducidos por abuelos.
He hecho una pequeña comparativa de los modelos que más me llaman la atención, descartando algunas marcas y modelos que no me atraen nada como las Benelli, CF Moto, Voge o Brixton. Otras clásicas como Yamaha, Kawasaki o Suzuki no tienen gran cosa.
Aunque prácticamente cambio de opinión a diario, los tres modelos que quedan en mi lista final son la Fantic Caballero 500, la Macbor Eight Mile 500 SCR y la Macbor Montana XR5.