También una forma de conocer ciudades es correr en ellas.
Estos dos últimos días he estado por trabajo en Madrid y ayer alrededor de las 10 de la noche después de un dia un poco cansado, me vestí de corto y salí Castellana arriba, Castellana abajo a hacer unos 12km. Pasé por las Torres Kio y por unos cuantos Ministerios y por un montón de sitios más que no tengo muy claro lo que eran…
En Madrid por la noche y entre semana hay muchísima más gente que en Barcelona y los restaurantes y bares están llenos. También hay muchos coches oficiales (casi todos Audis y BMWs) con gente «importante» que se sube o que se baja y que se mete en restaurantes.
Los del hotel me miraron un poco raros cuando aparecí todo sudado alrededor de las 11 en el hall.
En mi tarea de migración de posts y páginas al nuevo motor de WordPress, ya he actualizado algunas interesantes ideas y diarios de viajes. Digo viajes y no vacaciones porque siempre he pensado que son dos cosas totalmente distintas: visitar otras culturas y paises en plan «ovejilla» siguiendo a un guia no tiene absolutamente nada que ver con salir a tu aire, diseñando tu propia ruta escogiendo en cada momento lo que quieres ver y hacer. Interactuar intensamente con aquello que nos rodea es verdaderamente viajar.
A lo que iba… de entre lo que ya he migrado, destacaría lo siguiente:
Este fin de año lo he pasado en Tallin, la capital de Estonia y he tenido el gusto de ver nevar mientras cambiábamos de 2007 a 2008 (me encanta la nieve !!!). Además he cumplido un deseo más de mi Lista de Deseos, que era el de visitar 3 paises nuevos durante 2007 (Suecia, Japón y Estonia).
Para los que no ubiquen muy bien Tallin, la ciudad se encuentra al norte de Letonia a tan sólo 80 kms de Helsinki y unos 300 de San Petersburgo. Se hacía de noche alrededor de las 3 de la tarde y el frío no era excesivo (-2ºC a +4ºC).
Aprovechando que estamos en Navidad y que en esta breve pausa matinal entre comida y comida no tenía nada que hacer, he publicado una nueva ciudad en «Los Lugares Clave del Planeta Tierra» de mi web: Jerusalén.
La capital de oriente y occidente es un lugar imprescindible, repleto de historia en cada uno de sus rincones y al que se debe ir inexcusablemente para dejar imbuirse por la esencia de todas las religiones, los más de 5000 años de historia y la mezcla de lo antiguo y moderno.
Estuve allí en 1998 en un viaje relámpago por motivos de trabajo pero volveré muchisimo más documentado y con mucho más tiempo (quizás deba ponerlo en La Lista de Deseos).
Este fin de semana he estado en Sevilla y en la entrada a las rampas de ascensión de la Giralda me encontré con la siguiente inscripción: «Mandó el califa Abû Ya’ Qûb Yusuf a su alarife Ahmad Ibn Baso la erección de esta sawmu’a en 13 de safar del año 580 H. (26-mayo-1184), y terminó la edificación de ella Alí Al-Gumari a finales del postrer rabí del año 593H. (19-mayo-1197) durante el califato del Abú Yusuf Al-Mansur. Renovó el arquitecto Hernán Ruiz esta sawmu’a en el año 1568 y añadió en la parte más alta de ella, el campanario y se labró esta inscripción en el año 1984, como exaltación de la octava conmemoración centenaria de la creación de este gran alminar maravilloso«.
No pases la noche en Zagora. Haz el viaje por tu cuenta, sin guías turísticos y sin autocares y lleva contigo una tienda de campaña y un saco de dormir. En nuestro caso, encontramos un extraño lugar donde un solitario hombre nos permitió pasar la noche en una especie de balcón natural al rio Draa.
El río Draa nace de los uadis Dades y Uarzazat, que a su vez tienen sus fuentes en el Alto Atlas. Se abre paso entre los montes Saghro y Siroua, en el macizo del Anti Atlas, hasta perforar el cañón de Kheneg Taghia, a la salida del cual, y tras la ciudad de Agdz, empieza el valle del Draa propiamente dicho, que durante 200 kilómetros constituye un oasis ininterrumpido de verdor, contrastando poderosamente con las resecas y rojizas montañas circundantes. Se trata de una larga y hermosísima sucesión de palmerales y de huertos cultivados, que están jalonados cada cierto tiempo por un buen número de impresionantes ksur construidos en adobe. Entre estas poblaciones destacan la moderna Zagora y la apartada Mhamid, la ‘puerta del desierto’. Lo corrobora un cartel instalado donde el asfalto de la carretera se interrumpe para dar paso a las dunas: ‘A Tombuctú, 52 días en camello’.
Defendidos por murallas, estos pueblos fortificados se elevan a orillas del desierto formando aglomeraciones de distinta importancia, y de muy original urbanización, con viviendas dispuestas en terrazas, decoradas con arcadas y balaustres, y punteadas por esbeltas torretas con almenas. Los ksur del Draa fueron construidos para defenderse de los invasores, pero su arquitectura alcanza cotas insuperables de belleza, en las proporciones de sus masas y vanos, la pureza de líneas y los juegos de luz y sombra de sus muros de adobe.
Los habitantes del valle del Draa son sedentarios pero han sentido la influencia de los nómadas del sur marroquí. La población está compuesta por árabes y bereberes de diversa procedencia, a menudo mestizados con gentes de razas de piel más oscura originarias del sur, quizá descendientes de esclavos traídos de Sudán o Etiopía, y se estima que su número llega a alcanzar los 80.000 habitantes. Existen también pequeñas comunidades de judíos en las ‘mellahs’ (o juderías) de algunos pueblos.
La vida de estas poblaciones depende totalmente de las aguas con que el Draa irriga este inmenso oasis longitudinal. El cultivo predominante en sus riberas son las palmeras, productoras de dátiles de la apreciada variedad ‘boufeggous’. Se cosechan asimismo cereales, legumbres y alheña (o henna). En el palmeral crecen además diversos árboles frutales, tamarindos, laureles y los primeros ejemplares de acacias que anuncian el gran sur de África.