En los confines de la Isla de Fuerteventura, en Canarias, se encuentra ka majestuosa playa de Cofete, aislada y remota y a la que solo se puede llegar por una carretera sin asfaltar después de media hora de baches y polvo. Es sin duda alguna una de las mejores atracciones de la isla y de obligada visita si andas por ahí.
La bibliografía sobre la playa y el pueblo es realmente escasa aunque varias leyendas apuntan a que durante la segunda guerra mundial el lugar fue una importante base secreta de submarinos nazis que utilizaban la isla para abastecerse y desde ahí atacar buques aliados. Por supuesto todo ello con el conocimiento del gobierno de España en esa época.
Perdido entre inhóspitos valles en Afganistán, el Minarete de Jam se alza majestuoso en mitad de un terreno pedregoso y de difícil acceso donde empiezan a llegar los primeros turistas después de varios años de aislamiento. En el siguiente vídeo, un reportero que acompaña a las fuerzas de la OTAN nos muestra el minarete. Solo dura 4 minutos.
En Costa Rica (de donde he llegado hace una semana), una pequeña franja costera caribeña de 35 kms al norte del país es una de las pocas zonas del mundo donde la gran tortuga verde decide poner los huevos cada 3 o 4 años. El espectáculo es impresionante.
Cuando cae la noche (a partir de las 6 de la tarde), cientos de tortugas de más de un metro de longitud alcanzan la playa y tras arrastrarse por la arena durante 20 minutos comienzan a hacer grandes agujeros en la arena para depositar sus huevos (de 80 a 200). Finalmente vuelven a taparlos y regresan al agua.
La llegada al Parque debe hacerse por lancha porque no hay carreteras que atraviesen los tupidos bosques y los cientos de canales. Una vez ahí, los guardas del Parque reúnen a los turistas en grupos de 10 personas (se debe ir con ropa oscura y están prohibidos dispositivos electrónicos de cualquier tipo, linternas o cámaras fotográficas) y aguardan en la oscuridad la llamada por radio de los rastreadores que avisan del punto exacto donde una tortuga ha comenzado a desovar. El espectáculo, sin luz y con el único sonido del mar batiendo la playa, dura alrededor de 2 horas durante las cuales se pueden ver varias tortugas entrando y saliendo del agua.
Al cabo de dos meses los huevos eclosionan y miles de tortuguitas se juegan la vida entre jaguares, buitres y monos por alcanzar el mar con vida y esperar suerte a no ser comidas por los tiburones u otras especies hambrientas de tiernas tortugas.
La fotografía muestra como estaba el caudal a su paso por el «puente del sanatorio». A ojo, yo diría que debe haber entorno a los 2 metros de altura respecto a la media que suele llevar el río en este punto.
Hace unos días intentamos llegar desde Buerba a Sampietro a través del viejo PR-HU 44. Pese a lo nutrido de la expedición (mi primo Toni, Fer, Raquel, Oscar, Gonzalo, Benjamín y yo) e ir equipados con cámaras, GPSs y demás artilugios electrónicos nos perdimos en mitad del espeso bosque de la zona y no tuvimos más remedio que volver sin haber alcanzado el objetivo. A donde sí llegamos fue hasta el rio Yesa, de aguas transparentes y puras y que en lo más bajo del recorrido marca el inicio de la ascensión hasta Sampietro.
Este es el punto de inicio del recorrido, donde comienza el sendero y que en teoría debería estar marcado, pero que al final resultó más difícil de lo previsto. En el hecho de perderse también pudo influir las indicaciones de un cazador de la zona que nos dijo «seguid por ese barranco que es más rápido». Cuando ya estábamos abajo de todo nos insistió en que ese era el camino correcto y que no sabía de ningún puente medieval (ver más abajo).
Y he aquí los expedicionarios, ya próximos a derrotarse y decidir volver hacia atrás: Raquel, Fer, Toni y Oscar. Gonzalo y Benjamín, mucho más expertos en este tipo de expediciones, detectaron que algo iba mal a los 15 minutos de salir y decidieron darse la vuelta.
Este es el magnífico rio Yesa. Aunque no lo vimos, aguas más abajo se encuentra el antiguo puente medieval, muy cerca de Morillo de Sampietro y paso obligado para acceder a Sampietr0. Lo anoto en mi Lista de Deseos para intentar alcanzarlo en una próxima excursión.
El sábado pasado, siguiendo la estela de Javifields, tuve la oportunidad de visitar la Ermita de Juanipablo muy cerca de la localidad de Tella, tierra de brujas y gigantes, en la comarca del Sobrarbe y dar por realizado un deseo más de mi Lista de Deseos.
Emplazada en un entorno natural excepcional, la ermita, del siglo XI, está considerada como el templo más antiguo documentado de toda la comarca. Su construcción, impulsada por el deseo de «cristianizar» el llamado Puntón de las Brujas debió acelerarse para frenar los aquelarres que se realizaban en el lugar para invocar a Satán por parte del cada vez más numeroso grupo de brujas que habitaban la región. Sólo visitando este insólito lugar, puede uno imaginarse como debía ser hace más de 1000 años, con el viento gélido bajando de las heladas cumbres del Monte Perdido y ver las reuniones de infieles señoras celebrando ritos ancestrales. Los lugareños, durante siglos siempre han proclamado el «Tella, Dios nos guarde de ella«, ante el temor que despertó siempre su tradición brujeril a lo que las brujas respondían con un «Ojala tengas tan lejos los huesos de la carne como estás de ella«.
Tal y como consta en un pergamino conservado en el Museo Diocesano de Barbastro, en 1019 era consagrada la ermita por el Obispo Borrel de Roda de Isábena, en presencia de la condesa Toda de Ribagorza. Este hecho pone de relieve la influencia que ejercía el condado de Ribagorza sobre el de Sobrarbe al extinguirse su casa condal. Aunque pronto ambos condados, acuciados por el Imperio Carolingio al norte y las incursiones musulmanas al sur, dieron por bueno el amparo de Sancho III el Mayor de Pamplona (un viejo familiar mío).
Para los que quieran visitar la ermita, avisar que no se llega en coche y que hay que andar un rato.
Pues sí, después de más de 4 semanas de verano por el continente americano, tres nuevos países se han incorporado a la Lista de Países Visitados: Paraguay, Brasil y Uruguay y ya son en total 58.
Nuevamente debo recurrir a la web para desmentir un rumor que se comenzó a extender esta semana, esta vez sobre mi capacidad para la recolección de setas (nuevamente, también, lo lanzó Marco). Como una imagen habla más que mil palabras, ahí va una foto de 1995 donde salimos mi madre, mi padre, mi tío (que en paz descanse) y yo mismo después de todo un día cogiendo rovellones en el Pirineo Aragonés. La foto está tomada en Margudgued.