Abuelos de Margudgued

Extraído del Programa de las Fiestas de San Pedro de Margudgued 2008

A mis años, recuerdo mucho a los abuelos de mi pueblo a unos con mucho cariño y a otros con mucho respeto.Empezaré por el Cabo lugar, el Sr. Ramón de Rufas fallecido en 1958. Recuerdo que yo subía a esperar a mi hermana que bajaba del colegio pues a mí no me cogían aún, cuando más tranquila pasaba por delante de su casa, me salía encorriendo «¡Mari Ana que te pillo!», recuerdo que los pies no me tocaban en el suelo. A veces a mi auxilio salía Sra Nieves de Casa Raso que era muy cariñosa conmigo.

¿Quien podrá olvidar al Sr. Antonio Bruned? Era muy bromista en la calle, y sin embargo, era un duro y rígido sacristán. Tenía perros «ratoneros» a los cuales ponía nombres de futbolistas como Kosquis y Puskas. Falleció en 1969.

El sábado se acudía al barbero en casa de Sillero. El sr. José era el profesional de dicho aseo. Recuerdo ir con mi padre a su afeitado de navaja, siempre me ponía jabón en la nariz pero disfrutaba mucho de verle en su tarea. Murió en 1958.

Tío Pepe de Casa Ciprian era un ser especial. No había día en que no te llamara con su dicho habitual: «Ninona toma una figueta», las cuales las guardaba «enfarinadas» y después el puchero de vinada que era maestro en este hacer. El fue la primera persona que vi muerto ya que me encomendaron cuidar de Pili Carmen en la cocina. En un momento de distracción burlé la vigilancia de los mayores, no me lo creía que no me pudiese hablar más, me parecía que estaba dormido. También fue en 1958.

El Sr. Ramón de Gila siempre lo recordaré con el cariño que me tenía. En el año 60 eran las fiestas de Lavalle, a las cuales se asistía de casi todas las casas, unos por familia y otros por amistad. De mi Casa se fue mi Padre y hermana junto con Teresa de Cambra, aparejaron sus yeguas Morena y Romera. Al marcharse cual fue mi desconsuelo al ver que me dejaban con mi madre, ¡a mí que iba con mi padre a todos los sitios!.

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El sr. Ramón oyó mi desconsuelo desde el huerto y subió a Casa. Le dijo a mi madre que me cambiara de ropa que él me llevaba pues también iba a comer. ¡Cual fue mi sorpresa! Pasamos por el puente del Sanatorio con el Semental aparejado y me dijo: «Te voy a comprar las alpargatas más caras que haya en Casa Arturo». Comí con él en Casa Monclús de Lavalle, después me llevaría a Casa Leandro a encontrarme con mi padre.

A lo largo de la vida habré gastado muchos pares de zapatillas, pero aquellas coloradas han sido las mejores que he llevado. En el año 1962 hice la comunión, me regaló un pesetón de plata de aquellos «Duros Sevillanos de Alfonso XIII», todo un recuerdo que todavía conservo. Sr. Ramón falleció en 1967.

No podía quedarse sin mención a Tía Ángela y Tío Ton de Casa Sampietro. Eran una pareja especial y entrañable. Yo ayudaba a tía Ángela en sus menesteres caseros, le gustaba mucho cantar y yo le copiaba la canciones de misa, veíamos la tele en su casa siempre ya que no había otra en el pueblo. Tio Ton nos dejo en 1977.

A la Sra Pepa Torres, abuela siempre vigilante de su nieto Gerardo el ciego, era otra de las abuelas a las que le tenía terror por sus vestimentas siempre negras, su cabeza tapada con pañuelo también negro. Tenía un huerto justo al lado de casa que lo labraba con una perra de la raza Labrador, tenía todos los aperos para tal menester en «miniatura» cuyo fabricante era el marido de Tía Consuelo de Ciprian (Fernando Bernad).

Mi abuela María, con su medio cuerpo paralizado y de la que no pude disfrutar mucho pues falleció pronto. Sin embargo en ese tiempo me enseño a querer a todas las personas, su amor por el huerto al cual acudía todos los días a pesar de su medio cuerpo paralizado, para lo cual yo era usada de bastón; en la época de cerezas, me acercaba las ramas con su bastón para yo cogerlas. Falleció en el año 1959.

De todos los abuelos, guardo siempre un recuerdo muy grato, así pues, a los niños que leéis este escrito os pido que dediquéis siempre a todos los yayos y yayas una sonrisa y un minuto de cariño. Yo soy abuela hoy, lo mismo que vosotros los seréis en el futuro, e igual que hoy escribo sobre los «abuelos de mi niñez», algún día, también vosotros podréis hacerlo.

Escrito por Ana María Lascorz de Casa Cambra.

Las Fiestas de Antaño en Margudgued

– Extraído del Programa de las Fiestas de San Antón de 2007 –

Aunque la fiesta de San Pedro de Verona era la fiesta pequeña de nuestra localidad, se celebraban tres días distintos. La vispera de San Pedro los mozos iban a buscar un pino cada uno y se adornaba la plaza con pinos y banderillas de papel. Después, los mozos subían al campanario de la iglesia al que se accedía a través del coro (que ya no existe) y se bandeaban las campanas.

El 29 de abril, día de San Pedro de Verona, como no, era el día grande de la fiesta. Por la mañana, se hacía la misa en honor al Santo, cantada y acompañada por la orquesta; los mozos y la orquesta se situaban en el coro durante la celebración.

Al término de la ceremonia, como todavía hoy se sigue haciendo, se bendecían las tortas, el vino y unos ramos de olivo y se salía con éstos en procesión hasta la cruz donde se hacía la bendición de los términos para que el patrón protegiera las cosechas de las tormentas. A la hora de comer, cada uno se iba a su casa y comía con sus parientes que venían de los pueblos cercanos a celebrar las fiestas.

A la caída de la tarde los mozos pasaban por las casas de las mozas para recogerlas y llevarlas al baile. «Si no íbamos a recogerlas, no salían a bailar», recuerda Ramón.

Alrededor de las 8 de la tarde comenzaba la primera sesión de baile que duraba hasta las 10 de la noche. Las orquestas estaban compuestas por músicos de localidades cercanas a la nuestra que tocaban algún instrumento como el violín, saxofón o guitarra.

Cuando terminaba el baile al que asistía gente de las localidades próximas, los vecinos del pueblo invitaban a los conocidos a cenar a sus casas, junto con los parientes. Nadie se quedaba sin cenar. Después de la cena, de nuevo los mozos pasaban por las casas de las mozas para tomar una copa y recogerlas para ir a la segunda sesión de baile.

Los demás días se celebraban más o menos de la misma manera, excepto la procesión, bendición de términos y reparto de la caridad, que se hacía sólo el 29 de abril. El último día se organizaba una rifa, en la que se sorteaban pollos, patas de cerdo, panes blancos,etc. Normalmente los agraciados con los premios los cedían para el pueblo y se juntaban mozos y mozas para cenar todos juntos con lo que les había dado la rifa. Después, de nuevo a bailar y con esto terminaban las fiestas.

Al final de todo, se pasaban cuentas de todos los gastos que había habido y se dividían entre los mozos que lo abonaban entre todos.

Escrito por Ramón Cavero Bielsa y Teresa Laplana Rodríguez

San Pedro de Verona

Margudgued celebra sus fiestas de invierno cada 17 de enero con hoguera en honor a San Antón y su fiesta mayor esta dedicada a San Pedro de Verona (29 de abril), con comida popular y reparto de tortas y vino. Es la llamada Caridad.San Pedro de Verona, patrón de Margudgued, nació en Verona en 1206 y murió cerca de Milán el 6 de abril de 1252. Sus padres eran adherentes de la herejía maniquea, la cual todavía subsistía en el norte de Italia en el siglo XIII. Enviado a una escuela católica y luego a la Universidad de Boloña, conoció ahí a Sto. Domingo y entró a la Orden de los Predicadores. Tales fueron sus virtudes, severidad de vida y doctrina, talento para predicar y celo por la Fe, que Gregorio IX lo hizo inquisidor general y sus superiores lo destinaron a combatir los errores de los maniqueos. Con tal encargo, evangelizó casi toda Italia, predicando en Roma, Florencia, Boloña, Génova y Como. Las multitudes acudían a verlo y le seguían a donde fuese, haciendo numerosas conversiones. Nunca dejó de denunciar los vicios y los errores de los católicos que confesaban la Fe de palabra, pero la negaban con sus actos. Los maniqueos hicieron todo lo posible por hacer que el inquisidor cesara de predicar contra sus errores y propaganda. Trataron de detenerlo con persecuciones, calumnies y amenazas.

Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración… Un día se desahoga ante un crucifijo: «¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?». Cristo Crucificado le dice: «Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?». Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas.

El 6 de abril de 1252, cuando regresaba de Como a Milán, cerca de la aldea de Barsalina, se encontró con un tal Carino, quien junto con algunos otros maniqueos había hecho un complot para asesinarlo. El asesino le golpeó con el hacha con tal fuerza que el santo cayó medio muerto. Lográndose poner de rodillas recitó el primer artículo del Símbolo de los Apóstoles y ofreciendo su sangre como sacrificio a Dios, humedeció sus dedos en ella y escribió en el suelo las palabras: «Credo in Deum.» El asesino entonces perforó su corazón. Su cuerpo fue trasladado a Milán y depositado en la iglesia de San Eustorgio, donde un magnífico mausoleo, obra de Balduccio Pisano, fue erigido en su memoria. Realizó tantos milagros en vida, pero fueron aún muchos más numerosos luego de su martirio, que el Papa Inocencio IV lo canonizó el 25 de marzo de 1953.

El Convento del Carmen o «Sanatorio»

Las primeras noticias que se tienen de la Iglesia y Convento son del siglo XVI. A un kilómetro de Boltaña camino de Margudgued, y a la derecha del río Ara se alzaba una iglesia llamada de Sancti Spiritus, por haberla poseído unos religiosos de este nombre, que luego desampararon. Hoy (1988) todavía podemos contemplar sobre la bóveda del altar mayor la pintura de una paloma, figura del Espíritu Santo. Otro detalle curioso que no podemos olvidar es que en el vigente callejero figura la dirección postal de la casa como calle del Espíritu Santo.

Sanatorio de Margudgued, antes de 1950
Sanatorio de Margudgued, antes de 1950

Pertenecía la Iglesia del Espíritu Santo a la diócesis de Barbastro, era obispo D. Diego Chueca, que proyectaba efectuar una fundación en la Iglesia de Ntra. Sra. de Bruis, que está en el sitio que llaman Tierra de Antona. No se pudo ejecutar este piadoso deseo. Pasó su Ilma. a Obispo de Teruel y antes de despedirse aplicó una de sus capallanías con tal que en Boltaña o en su comarca se fundase un convento de la Orden Carmeliana. Un señor hijodalgo de Boltaña, llamado don Miguel Sanchón, era el patrón de la Iglesia de Sancti Spiritus; interesado por la fundación y animado por el párroco del lugar, don Juan de Campo, ofreció a la religión el patronato de la Iglesia, sitio, casa y ayuda de trescientos escudos de limosna graciosa.

Por aquel entonces era obispo de Barbastro don Miguel Escartín. Tuvo alguna dificultad con la capellanía de Huesca, superadas éstas e informado por don Miguel Sanchón de la necesidad de religiosos en Boltaña y serranías cercanas para predicar y confesar, dió el permiso de fundación.

Por su parte, la orden del Carmen Descalzo planeaba una fundación en el Alto Pirineo Aragonés. Consultado el Provincial, Fray Juan de los Santos, envió dos religiosos a Boltaña para explorar el terreno, satisfechos, decidieron la fundación que se realiza el 2 de junio de 1651 contituyéndose una comunidad de 26 religiosos que abandonaron el convento en 1835 a raíz de la exclaustración. Entre el número de religiosos enterrados, unos catorce, destaca el venerable hermano Bartolomé de San Juan de la Cruz, cariñosamente llamado en la actualidad, Hno. Bartolo y al que tanta veneración se le tiene por la Orden Carmelitana.

Tras la desamortización, el Convento del Carmen se convirtió en villa particular. Cuando Lucien Briet llegó a Boltaña en 1907, «sólo pude comenzar mis recorridos después de asistir a una gran cena en casa de la señora del Val, así como a una agradable fiesta organizada por don Enrique Gistau -recientemente elegido diputado provincial- en su hermosa propiedad de Villa Carmen».

Posteriormente, el convento pasó a convertirse en hospital o sanatorio, a cargo de «La Quinta de Salud La Alianza».

Desde 2006, el Sanatorio es un hotel de lujo perteneciente a la cadena Barceló: el «Barceló Monasterio de Boltaña».

La Perra «Ninosca»

«Ninosca» era el nombre de una artista de cine rusa y fue el nombre que se le dio a una perra que nació en Casa Cambra alrededor de 1950 y que un mes después se incorporó a la familia Sampietro, donde vivió cerca de 15 años hasta su muerte.

Su primer accidente

Cuando tenía 6 o 7 meses tuvo su primer accidente cuando se estaba descargando un fajo de alfalfa y se le cayó encima. El resultado de dicho accidente fue que se le rompió la pata delantera

Alberto Sampietro Garcés fue el encargado de atender al pobre perro. La cura consistió en utilizar una caña de cuatro dedos de larga, rajarla en cuatro trozos transversales y poner un trapo impregnado en pez hirviendo, todo esto alrededor de la pata de Ninosca bien atado. En plena cura, cuando el animal sintió el calor de la pez hirviendo decidió morder en la mano al veterinario accidental al que le sacó sangre.

Ninosca quedó un poco coja a raíz de este accidente pero podía correr y saltar igual que antes.

Cazando conejos

En su juventud aprendió a cazar conejos aunque durante toda su vida tampoco cazó muchos. Es posible que se guardará el secreto para si.

Casi siempre las cacerías se hacían con Antonio Sampietro Betato o con su hijo Alberto y en una de ellas, una vez que iba cómodamente sentada con las patas colgando en la parte delantera del carro de la familia, tirado por dos yeguas (Morena y Rubia), el conductor, en esta ocasión Alberto Sampietro Garcés, vio las orejas de un conejo entre unos matorrales.

Alberto cogió a Ninosca en brazos y le encaró la cabeza hacia el conejo. Cuando la perra lo vio, el corazón le dio un salto y Alberto la soltó en dirección hacia él.

Ninosca salió corriendo a toda velocidad hacia el conejo y cuando éste la vio, agacho la cabeza y la perra saltó por encima sin verlo. A pocos metros frenó dio media vuelta pero el conejo ya corría en dirección contraria y Ninosca no pudo alcanzarlo.

En otra ocasión, Ninosca fue sorprendida con un conejo entre las patas cuando Alberto Sampietro procedía a terminar una dura jornada de labranza y al ver que no venía fue a buscarla al campo vecino. En esa ocasión, el conejo terminó en la mesa de la familia en forma de «Paella de Conejo».

Los cachorros de Ninosca

En los primeros partos de Ninosca, siempre se le quitaban todos los cachorros excepto uno porque siendo joven como era solo podía amantar a este uno, dada la dieta pobre en casi todo que tenía.

Con los años, se le quitaban todos los cachorros y se ponía en su lugar un cerdito de unos días al que se encariñaba rápidamente. Ninosca se encargaba durante las siguientes semanas de alimentar al cerdito. Era curioso que miraba más por la alimentación de los cerditos que de sus cachorros reales y siempre traía bichos que había cazado por el monte para alimentar a su «hijo». Los bichos, traían también el mal olor a la casa. En una ocasión trajo una culebra muerta.

Con el tiempo, Ninosca, intentaba dar a luz en sitios más escondidos para ver si así no se cambiaban a los cachorros por cerdos.

En una ocasión, tras esconderle una vez más a sus cachorros, la perra desapareció y al cabo de cuatro días, se la encontró llorando al lado del río, justo en el sitio donde Ángela Garcés había lanzado al agua a sus cachorros.

El fin

Catorce o quince años después de su nacimiento, una mañana iban Ninosca y Antonio Sampietro Betato en la carretera de Margudgued a Boltaña, por el lado izquierdo la perra, y en el derecho Antonio.

Al ver acercarse el coche de línea Boltaña-Bielsa, Antonio le dijo a Ninosca que se estuviera quieta y la perra que entendió que se pasará al lado derecho de la calada, murió atropellada por el autocar.

Autor: Alberto Sampietro Garcés

La Iglesia de Margudgued

La iglesia del pueblo data de los siglos XVI y XVII, con planta de crucero bajo, nave única, cierres de bóveda, puerta con arco de medio punto y diminuta torre en los pies a modo de campanario. Sus campanas datan de 1764 y en 2004 fueron rehabilitadas.

La Iglesia de Margudgued en 2003
La Iglesia de Margudgued en 2003

Antiguamente, la Iglesia de Margudgued tenía un pequeño cementerio adjunto en el lado izquierdo de la construcción (estando en frente de la puerta), pero en la primera mitad del siglo XX (muy posiblemente justo después de la Guerra Civil) fue cambiado de ubicación al utilizarse ese terreno para construir los establos de «Casa Gila».

El cementerio actual, en las afueras del pueblo y sin carretera de acceso, viene datado de 1924, según aparece inscrito a la entrada del mismo.

El Nacimiento de Casa Gila

Un hermano de casa Zazurca se casó con una de las chicas de Casa Gil de Sieste. Tras el enlace, los Zazurca les regalaron a la nueva pareja un terreno entre Casa Zazurca y la iglesia, donde construyeron la primera Casa «Gila». El pueblo bautizó con dicho nombre a la nueva casa por el hecho de que fuera una chica de Casa Gil la que venía a habitar la casa: «Gil – a».

Casa Zazurca, Casa Sampietro y Casa Rufas

La que es hoy en día Casa Sampietro en Margudgued, era llamada Casa Zazurca cuando se inicia esta historia y era habitada por dos hombres (padre e hijo) de la familia Zazurca (sin mujeres): «Tio Vicente» (padre) y «Vicentico» (hijo).Por otro lado, los padres de Joaquina Betato trabajaban como molineros en Villa Carmen (el «Sanatorio»). El padre era de Samper y tenía 6 hijas. Todo fue bien hasta que el padre murió y los propietarios de Villa Carmen decidieron despedir a las mujeres. Fue entonces cuando los dos hombres de Casa Zazurca decidieron acoger a las mujeres para que les sirvieran como asistencia para las tareas de la casa.

Cuando murieron los dos hombres Zazurca, Joaquina Betato (una de las 6 hijas) se casó con Antonio Sampietro Coscujuela de Casa Rufas y como que Casa Zazurca no les pertenecía se publicó un bando en la iglesia del pueblo informando del enlace matrimonial y reclamando heredar la casa. Dos familias de Casa Zazurca aparecieron; una de Abizanda y otra de La Valle de Sieste (Casa Sarrablo) y ambas otorgaron los permisos suficientes para que Casa Zazurca pasase a propiedad de los Sampietro.

Casa Zazurca empezó a llamarse simultáneamente «Casa Molinero» por el hecho de que las mujeres provenían del molino de Villa Carmen y «Casa Cestero» dado que esta era la profesión de Antonio Sampietro Coscujuela.

El apellido Sampietro en Margudgued proviene de Casa Rufas (ver fotografía), una vez la primera casa del pueblo según se llegaba. Antonio Sampietro Coscujuela provenía de esta casa.

Margudgued

Casa Rufas