Nuevamente debo recurrir a la web para desmentir un rumor que se comenzó a extender esta semana, esta vez sobre mi capacidad para la recolección de setas (nuevamente, también, lo lanzó Marco). Como una imagen habla más que mil palabras, ahí va una foto de 1995 donde salimos mi madre, mi padre, mi tío (que en paz descanse) y yo mismo después de todo un día cogiendo rovellones en el Pirineo Aragonés. La foto está tomada en Margudgued.
Categoría: Margudgued
Riña en Margudgued
Encontré, prácticamente de casualidad, una noticia en el ABC del sábado, 22 de agosto de 1959 sobre Margudgued. La noticia era esta:
Preguntado mi padre sobre lo sucedido hace casi 51 años en su pueblo, me contó lo siguiente:
«En una tarde de calor de agosto, estábamos Ramón de Gila, su padre, su madre, un paleta y yo, merendando en la era de Gila porqué se había hundido el pajar y estábamos ayudando a repararlo. Serían las 5 o las 6 de la tarde cuando Manuel Lascorz Lacambra (Manolo) pasó por la era con la escopeta al hombro diciendo que se iba a cazar. La madre de Ramón de Gila, la Sra. Ramona, una vez terminada la merienda se fue a su casa e inmediatamente después subió corriendo toda sofocada gritando ‘Chicos, chicos, que Joselo acaba de matar a Manolo’. Joselo era José Lascorz Soria y vivía en Casa Cambra con su hermana Teresa; Manuel Lascorz Lacambra estaba de pensión en casa de su prima Rosario en la otra Casa Cambra.
Después del anuncio de la Sra. Ramona, Ramón de Gila y yo bajamos corriendo por el camino de San Antón y a la altura de la iglesia nos encontramos tirado en el camino a Manolo, ya muerto. En unos minutos bajó todo el pueblo y algo después la Guardia Civil. Yo fui a buscar a Joselo que insistía en que no lo había tocado, que lo máximo que había hecho era quitarle la escopeta y tirarla en el campo que había al lado.
Joselo ya tenía antecedentes penales y de hecho había estado en la cárcel 15 días por haber tirado a una mujer por las escaleras, y probablemente por ese hecho fue detenido y estuvo en la cárcel durante 2 o 3 meses hasta que se realizó el juicio al que asistí como testigo junto a otros vecinos. El juez dictaminó que la muerte se habia producido por un infarto y dejó en libertad a Joselo, que volvió al pueblo.«
Censo Electoral de Margudgued en 1890
Carmen me ha pasado el censo electoral de Margugued de 1890. Aparecen ahí algunos de mis familiares y los que no lo son, prácticamente puedo decir que he conocido a alguno de sus nietos. Es probable que algún apellido haya tenido algún error de transcripción:
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- MARIANO CAVERO NADAL de 49 años labrador y albafetizado
- ANTONIO GARCES COSCUJUELA de 58 años sillero, no alfabetizado
- FRANCISCO LACAMBRA NASARRE de 76 años, labrador y alfabetizado
- JORGE LASCORZ ALBAS de 55 años, labrador y alfabetizado
- JOSE LACAMBRA BROTO de 27 años, labrador no alfabetizado
- CIPRIAN LACAMBRA MURILLO de 57 años, labrador no alfabetizado
- JOSE LANAU BIELSA de 71 años, labrador, no alfabetizado
- JOAQUIN MENAC VALERO de 40 años labrador y alfabetizado
- FRANCISCO MUR PEREZ de 49 años labrador, no alfabetizado
- JOAQUIN SAMPIETRO VILLACAMPA de 46 años, labrador no alfabetizado.
Obviamente, en el censo sólo aparecen hombres porque las mujeres no tuvieron derecho a voto en España hasta 1931.
De las personas que aparecen, Joaquín Sampietro era mi tatarabuelo paterno, nacido aproximadamente en 1844 y Antonio Garcés Coscujuela mi tatarabuelo materno.
El 4º Deseo
Este fin de semana hemos estado nuevamente por Ainsa y Boltaña para intentar hacer realidad mi cuarto deseo de mi Lista de Deseos. Hace 4 años nos compramos un pequeño huerto con una borda en la huerta de Guaso (aquí) con vistas increibles a la Peña Montañesa y a sólo 8 minutos corriendo de Margudgued (donde nació mi padre).
Por cierto, nuestros vecinos más cercanos (Juan y familia) viven a unos 100 metros de nosotros en un antiguo molino rehabilitado y gracias al agua de la acequia disponen de una pequeña central hidroléctrica que les genera la electricidad necesaria.
Otro Post sobre Vacaciones
Pero que aburrimiento; «que si he estado en Roma», «que me estoy tomando una piña colada en las Bahamas», «que estoy en Las Vegas en la ruleta»,… hay vacaciones por todas partes: en los blogs, en Twitter, en Facebook, en Linkedin (con el TripIt), todo el mundo está obsesionado con publicar fotos, estados y comentarios prácticamente en tiempo real de donde está y de lo que está haciendo.
Como que yo no voy a ser menos, ahí va mi informe sobre lo que he hecho en estas mini-vacaciones de 6 días en el Pirineo:
- He estado pescando en el rio Ara, entre Boltaña y Ainsa. Al final, deben haber caído entre 25 y 30 ejemplares entre barbos y madrillas que fueron devueltos al rio.
- Hemos estado muy activos en geocaching, habiendo localizado los siguientes: GC1WKNJ, GC17W9G y GC1RF72. Todos ellos han sido bastante complejos y difíciles, entre otras cosas por el calor.
- Hemos visitado el Castillo de Samitier, pendiente desde hacía bastante tiempo en mi Lista de Deseos.
- He terminado de leer «La Música del Azar» de Paul Auster (también en la Lista de Deseos desde 2006) y he comenzado «Incerta Glória» de Joan Sales.
- Como no, hemos cenado en El Callizo, posiblemente, unos de los mejores restaurantes de España, situado en la plaza de Ainsa.
- Hemos recogido moras en el Sobrarbe aragonés y frambuesas y fresas silvestres en la Vall d’Aran a unos 2.000 metros de altitud.
- También hemos vuelto a visitar Usana, donde tuvimos nuestra base de operaciones del sábado al miércoles.
- Hemos estado por nuestro terrenito, en la huerta de Guaso, mirando como podemos construirnos algo.
- Me he bañado en el rio con el agua fresquita: un día en el Ara a la altura de Boltaña y otro en el Cinca a la altura de Labuerda, donde me pegué un buen castañazo con un flotador que me construí.
- He salido a correr un día por Artíes alrededor de 11 kms, con un desnivel de unos 600 metros.
Hemos hecho algunas cosas más como cenar y comer en lugares interesantes, visitar pueblos, intentar encontrar setas (sin éxito -aun es pronto-), ver un poco de familia, comprar, etc… Lo que no he hecho ha sido trabajar; ni un sólo segundo (exceptuando algún email furtivo desde mi Blackberry).
Boda Doble en Casa Gila: Hoy hace 53 Años
Extraído del Programa de las Fiestas de San Pedro de Margudgued 2008
Hace 53 años, el viernes 28 de abril de 1955, víspera de San Pedro de Verona, se celebró en Margudgued un acontecimiento muy sonado en aquella época: fue una boda doble. Se casaban dos hermanos de Casa Gila: Ramón y María Cavero con Jovita Pardo y José Lafalla. La ceremonia religiosa se celebró en la iglesia de San Antón y estuvo amenizada por los músicos de Labuerda.
A la salida de la iglesia, los músicos tocaron un pasacalles desde la iglesia hasta el final del pueblo (a la altura de Casa Rufas).
El convite se celebró en el Restaurante El Parador de Boltaña, asistieron 127 invitados, que fueron trasladados allí en autobús desde la salida del puente colgante del Monasterio del Carmen, pues no existía acceso alguno al pueblo con vehículos a motor. Como postre se sirvieron las «arras» o tartas decoradas, que habían sido bendecidas durante la eucaristía.
Uno de los momentos más comentados del día fue cuando llegaron dos hermanas de Casa Cambra: Palmira y Emilia, residentes en Caracas, vistiendo pantalones, una prenda que, por aquel entonces en estos lugares estaba reservada exclusivamente al género masculino.
Después de comer, hubo baile en el Restaurante con los músicos de Labuerda, pero antes de finalizar, las dos parejas de recién casados partieron de viaje de novios a Madrid.
50 años después, el 30 de octubre de 2.005, Ramón y Jovita celebraron sus bodas de oro con una misa en la Iglesia de San Antón, vermú en el Bar El Pajar para vecinos y familiares y comida en el Restaurante El Callizo de Aínsa. También disfrutaron de una segunda luna de miel en Tenerife.
Escrito por Teresa Laplana gracias a las informaciones de Ramón Cavero y Jovita Pardo.
Abuelos de Margudgued
Extraído del Programa de las Fiestas de San Pedro de Margudgued 2008
A mis años, recuerdo mucho a los abuelos de mi pueblo a unos con mucho cariño y a otros con mucho respeto.Empezaré por el Cabo lugar, el Sr. Ramón de Rufas fallecido en 1958. Recuerdo que yo subía a esperar a mi hermana que bajaba del colegio pues a mí no me cogían aún, cuando más tranquila pasaba por delante de su casa, me salía encorriendo «¡Mari Ana que te pillo!», recuerdo que los pies no me tocaban en el suelo. A veces a mi auxilio salía Sra Nieves de Casa Raso que era muy cariñosa conmigo.
¿Quien podrá olvidar al Sr. Antonio Bruned? Era muy bromista en la calle, y sin embargo, era un duro y rígido sacristán. Tenía perros «ratoneros» a los cuales ponía nombres de futbolistas como Kosquis y Puskas. Falleció en 1969.
El sábado se acudía al barbero en casa de Sillero. El sr. José era el profesional de dicho aseo. Recuerdo ir con mi padre a su afeitado de navaja, siempre me ponía jabón en la nariz pero disfrutaba mucho de verle en su tarea. Murió en 1958.
Tío Pepe de Casa Ciprian era un ser especial. No había día en que no te llamara con su dicho habitual: «Ninona toma una figueta», las cuales las guardaba «enfarinadas» y después el puchero de vinada que era maestro en este hacer. El fue la primera persona que vi muerto ya que me encomendaron cuidar de Pili Carmen en la cocina. En un momento de distracción burlé la vigilancia de los mayores, no me lo creía que no me pudiese hablar más, me parecía que estaba dormido. También fue en 1958.
El Sr. Ramón de Gila siempre lo recordaré con el cariño que me tenía. En el año 60 eran las fiestas de Lavalle, a las cuales se asistía de casi todas las casas, unos por familia y otros por amistad. De mi Casa se fue mi Padre y hermana junto con Teresa de Cambra, aparejaron sus yeguas Morena y Romera. Al marcharse cual fue mi desconsuelo al ver que me dejaban con mi madre, ¡a mí que iba con mi padre a todos los sitios!.
El sr. Ramón oyó mi desconsuelo desde el huerto y subió a Casa. Le dijo a mi madre que me cambiara de ropa que él me llevaba pues también iba a comer. ¡Cual fue mi sorpresa! Pasamos por el puente del Sanatorio con el Semental aparejado y me dijo: «Te voy a comprar las alpargatas más caras que haya en Casa Arturo». Comí con él en Casa Monclús de Lavalle, después me llevaría a Casa Leandro a encontrarme con mi padre.
A lo largo de la vida habré gastado muchos pares de zapatillas, pero aquellas coloradas han sido las mejores que he llevado. En el año 1962 hice la comunión, me regaló un pesetón de plata de aquellos «Duros Sevillanos de Alfonso XIII», todo un recuerdo que todavía conservo. Sr. Ramón falleció en 1967.
No podía quedarse sin mención a Tía Ángela y Tío Ton de Casa Sampietro. Eran una pareja especial y entrañable. Yo ayudaba a tía Ángela en sus menesteres caseros, le gustaba mucho cantar y yo le copiaba la canciones de misa, veíamos la tele en su casa siempre ya que no había otra en el pueblo. Tio Ton nos dejo en 1977.
A la Sra Pepa Torres, abuela siempre vigilante de su nieto Gerardo el ciego, era otra de las abuelas a las que le tenía terror por sus vestimentas siempre negras, su cabeza tapada con pañuelo también negro. Tenía un huerto justo al lado de casa que lo labraba con una perra de la raza Labrador, tenía todos los aperos para tal menester en «miniatura» cuyo fabricante era el marido de Tía Consuelo de Ciprian (Fernando Bernad).
Mi abuela María, con su medio cuerpo paralizado y de la que no pude disfrutar mucho pues falleció pronto. Sin embargo en ese tiempo me enseño a querer a todas las personas, su amor por el huerto al cual acudía todos los días a pesar de su medio cuerpo paralizado, para lo cual yo era usada de bastón; en la época de cerezas, me acercaba las ramas con su bastón para yo cogerlas. Falleció en el año 1959.
De todos los abuelos, guardo siempre un recuerdo muy grato, así pues, a los niños que leéis este escrito os pido que dediquéis siempre a todos los yayos y yayas una sonrisa y un minuto de cariño. Yo soy abuela hoy, lo mismo que vosotros los seréis en el futuro, e igual que hoy escribo sobre los «abuelos de mi niñez», algún día, también vosotros podréis hacerlo.
Escrito por Ana María Lascorz de Casa Cambra.
Las Fiestas de Antaño en Margudgued
– Extraído del Programa de las Fiestas de San Antón de 2007 –
Aunque la fiesta de San Pedro de Verona era la fiesta pequeña de nuestra localidad, se celebraban tres días distintos. La vispera de San Pedro los mozos iban a buscar un pino cada uno y se adornaba la plaza con pinos y banderillas de papel. Después, los mozos subían al campanario de la iglesia al que se accedía a través del coro (que ya no existe) y se bandeaban las campanas.
El 29 de abril, día de San Pedro de Verona, como no, era el día grande de la fiesta. Por la mañana, se hacía la misa en honor al Santo, cantada y acompañada por la orquesta; los mozos y la orquesta se situaban en el coro durante la celebración.
Al término de la ceremonia, como todavía hoy se sigue haciendo, se bendecían las tortas, el vino y unos ramos de olivo y se salía con éstos en procesión hasta la cruz donde se hacía la bendición de los términos para que el patrón protegiera las cosechas de las tormentas. A la hora de comer, cada uno se iba a su casa y comía con sus parientes que venían de los pueblos cercanos a celebrar las fiestas.
A la caída de la tarde los mozos pasaban por las casas de las mozas para recogerlas y llevarlas al baile. «Si no íbamos a recogerlas, no salían a bailar», recuerda Ramón.
Alrededor de las 8 de la tarde comenzaba la primera sesión de baile que duraba hasta las 10 de la noche. Las orquestas estaban compuestas por músicos de localidades cercanas a la nuestra que tocaban algún instrumento como el violín, saxofón o guitarra.
Cuando terminaba el baile al que asistía gente de las localidades próximas, los vecinos del pueblo invitaban a los conocidos a cenar a sus casas, junto con los parientes. Nadie se quedaba sin cenar. Después de la cena, de nuevo los mozos pasaban por las casas de las mozas para tomar una copa y recogerlas para ir a la segunda sesión de baile.
Los demás días se celebraban más o menos de la misma manera, excepto la procesión, bendición de términos y reparto de la caridad, que se hacía sólo el 29 de abril. El último día se organizaba una rifa, en la que se sorteaban pollos, patas de cerdo, panes blancos,etc. Normalmente los agraciados con los premios los cedían para el pueblo y se juntaban mozos y mozas para cenar todos juntos con lo que les había dado la rifa. Después, de nuevo a bailar y con esto terminaban las fiestas.
Al final de todo, se pasaban cuentas de todos los gastos que había habido y se dividían entre los mozos que lo abonaban entre todos.
Escrito por Ramón Cavero Bielsa y Teresa Laplana Rodríguez