Teresa Montaner me envió hace unos días este email con la intención de que fuera publicado:
«Lo primero que se me ocurre es presentarme (…). Me llamo Teresa y tengo 58 años.
Hace unos días me he incorporado al mundo internauta, y lo primero que me vino a la cabeza fue investigar sobre un pequeño y precioso pueblo del Alto Aragón llamado Boltaña, el cual marcó una etapa de mi corta vida ya que por aquel entonces solo tenía cinco años.
Yo soy de Barcelona, y el motivo por el cual llegué a este pueblo fue para estar unos días de Agosto con papá que estaba ingresado en el Sanatorio Convento del Carmen junto al rio Ara.
Mamá, que se llama Elena y yo estuvimos hospedadas durante todo el mes de Agosto en una casa particular con una gente muy buena en Margudgued.
Esos recuerdos siempre me han acompañado y sentía la necesidad de volver, hace tres años estuve un fin de semana en el Hotel Monasterio de Boltaña y no pude resistir ir a pié hasta Margudgued, pasando por el camino donde se guardaban los cochinillos pequeños que tanta gracia me hacían y que ahora está abandonado, y estuvimos comiendo en el restaurante llamado El Pajar, que si no recuerdo mal, un pajar había en ese lugar en el cual jugaba con otras niñas de Margudgued.
Me vienen tantos recuerdos a la mente, como la perrita que estaba cojita y se llamaba Ninosca pero que yo la llamaba Linda porque así me lo parecía, le daba las galletas de mi merienda y siempre iba detrás de mí.
Por la mañana, nada más levantarme, cruzaba la calle y me iba a la casa de enfrente a desayunar un tazón de leche con pan y jugaba con un gatito marrón, puede que fuera Casa Cambra, de esto no estoy muy segura.
Cuando íbamos a ver a papá, al llegar al camino que llevaba al Sanatorio, había una cabra atada a un tronco y cuando nos veía hechaba a correr y nos enredaba los pies en la cuerda.
Mientras llegábamos, por el camino, cogíamos nueces y unas manzanas pequeñas que estaban muy buenas, y lo más divertido para mí era cruzar el puente de cuerdas y madera que cuando coincidíamos con algún carro teníamos que esperar que el pasara primero, un día me subió al carro y me cruzó el rio, para mí fue todo una aventura.
Papá siempre me habló mucho del lugar, de lo bonito que era, me escribía postales con los paisajes de Boltaña, Monte Perdido, La Cola de Caballo, La Flor de Nieve, algunas aún conservo, y me decía, nena cuando seas mayor visita el Parque de Ordesa, y hace dos años conseguí llegar a la Cola de Caballo y papá tenía razón, es un privilegio para los sentidos y al ver tanta belleza solo pude decir, lo he hecho por ti papá.
Todo lo que escribo son algunas de las muchas cosas que recuerdo, y he conservado fotos que demuestran lo que cuento, en algunas de ellas estoy en compañía de otras niñas que ahora mamá, por su enfermedad no puede darme sus nombres aunque creo que la mayor se llama Elena como mamá ,y creo que están hechas en el pajar, ¿ pueden ser las niñas de Casa Cambra?.
Me gustaría que lo leyeran, si no lo hacen lo entenderé. No sé a quién dirigirme, si escribir correo postal o correo electrónico, porque igual el relato es demasiado largo, ¡no se qué hacer¡ pero decida lo que decida adjuntaré fotos por si alguien se reconoce y recuerda algo de aquellos días lejanos en el tiempo pero intactos en mi memoria.
(…) me haría mucha ilusión que alguien me confirmara todo lo que he contado.
Saludos: Teresa Montaner»
Si alguien quiere contactar con Teresa, que me envíe un email y le pasaré los datos.