Durante algo más de 3 meses he mantenido abierta una encuesta que lancé en Twitter en abril para estudiar la correlación entre el nivel de reciclaje y el de felicidad de las personas.
La encuesta contenía dos preguntas simples: ¿Cual es tu nivel de felicidad (1-10)? y ¿Como reciclas en casa (6 opciones)?. Con algo más de 300 respuestas, los resultados obtenidos son bastante interesantes:
La norma general seguida por el 94% de las respuestas es que por encima de un nivel de felicidad de 8, los encuestados reciclan utilizando 4 cubos o más (vídrio, papel, embases y orgánico).
El 86% de los encuestados con niveles de felicidad por debajo de 6, no reciclan nada o lo hacen solo con dos cubos como máximo.
El 71% de los infelices por debajo de 3 no reciclan.
Antes estos resultados tan contundentes la pregunta que cabe hacerse es si los que reciclan se vuelven felices o son los ya felices lo que sienten los impulsos recicladores en su interior.
Ahora que tengo niños y que siento y pienso muchas cosas por primera vez, tengo claro que el mayor regalo que puedo darles es asentar sólidos principios para que les acompañen durante toda su vida. No creo que haya nada más importante que pueda darles; ni bienes ni conocimientos ni experiencia porque unos buenos principios pueden hacerlos autosuficientes para adquirir los tres, para rehacerse ante problemas y para cambiar sus vidas cuantas veces quieran.
Uno de esos principios es la amabilidad con la vida: dar sin esperar nada a cambio bajo la premisa de que si toda la humanidad hiciera lo mismo seríamos capaces de tener un mundo mejor. A nivel práctico esto es lo que significa:
Reciclar. Adquirir el hábito de reciclar cada día separando la basura que generamos y depositándola en el contenedor correspondiente.
No ensuciar la ciudad o el bosque. No tirar porquería al suelo y si se nos cae algo recogerlo y echarlo en una papelera o contenedor.
No desperdiciar recursos. No malgastar el agua y la electricidad, no tirar comida, no dejarse nada en el plato, no comprar cosas que luego no utilizas,…
Ayudar a otros. Hay mil formas de ayudar desinteresadamente a otros. Por ejemplo, ayudar a cruzar la calle a un ciego, ayudar a un viejecito a llevarle la bolsa de la compra, contribuir para una ONG,…
Pagar impuestos. Aunque hay mil opciones y tentaciones para defraudar a Hacienda, es importante no hacerlo y pagar lo que debemos aunque otros no lo hagan: pagar y cobrar IVAs en tus servicios, declarar bienes en el extrangero, renunciar a ingeniería fiscal ilícita,…
No matar animales por diversión. No estoy hablando de ser vegano o vegetariano sino de no andar por ahí matando arañas y hormigas. De no fomentar los toros, de no maltratar perros y gatos y de ayudar a cualquier animal que pueda necesitarnos.
De hecho, creo que este es el principio que está más íntimamente conectado con nuestra felicidad.
«Ikigai» es un término japonés que significa algo así como «un motivo para existir y ser» y es la palabra más utilizada por los centenarios japoneses cuando se les pregunta sobre porqué se levantan todas las mañanas.
Se basa en cuatro conceptos principales que son (1) lo que amas, (2) en lo que eres bueno, (3) aquello que haces y por lo que alguien está dispuesto a pagar y (4) lo que el mundo necesita. Solamente a través del balance de estas cuatro variables se consigue la plenitud del Ikigai.
Probablemente, la más controvertida es la número 3 (aquello que haces y por lo que alguien está dispuesto a pagar) pero como ya decía hace unos años, resulta difícil ser feliz si no tienes dinero.
En el gráfico de arriba se muestran cláramente las consecuencias de no estar en el centro del perfecto balance entre las cuatro variables: inutilidad, tristeza, pobreza y mediocridad. Si te quedas fuera de los cuatro círculos principales entonces es que lo tienes todo pero dudo mucho que realmente haya alguien en el mundo que no pueda encontrar ninguna de las cuatro variables en él.
¿Cual es mi elemento natural? Me siento cómodo delante del ordenador, solo, durante horas pero también con gente pero sobretodo viajando y descubriendo cosas y lugares nuevos todos los días.
¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Estudiando la genealogía de mi familia, escaneando documentos antiguos, corriendo o yendo en bicicleta, comiendo, creando cosas nuevas, estudiando en profundidad temas que me apasionan, subiendo picos (no muy altos) y enseñando o explicando cosas a otros.
¿Qué me resulta fácil hacer? Hablar en público, estar y hablar con gente, estar concentrado en algo concreto y que me guste durante muchas horas seguidas, resolver problemas y estar bien conmigo mismo en situaciones tristes o de stress.
¿Qué me gustaba cuando era niño? Coleccionar sellos y monedas, hablar por mi emisora de radioaficionado, leer y escribir, dibujar planos inventados, pescar en el río, estar en la naturaleza, ir a buscar mejillones y almejas al mar, ir a por setas a la montaña, pasarme horas creando construcciones con el Exin Castillos y jugar a «policías y ladrones». Tengo bastantes cosas más pero sería muy largo…
En cierta forma, la búsqueda del Ikigai japonés me ha recordado al Hygge danés aunque tienen pocos puntos en común lo que me hace pensar que combinarlos podría ser una buena opción.
El listado completo que incluye los 155 países estudiados y que cierran la República Centroafricana (155), Burundi (154), Tanzania (153), Siria (152), Ruanda (151) y Togo (150) está en aquí (ver página 13).
Los factores que el informe considera fundamentales para evaluar el grado de felicidad de un país son los siguientes:
Producto Interior Bruto.
Nivel de políticas sociales (cobertura sanitaria, etc…).
Expectativa de vida de una persona.
Libertad para escoger diferentes opciones de vida.
La verdad es que estoy bastante en desacuerdo con este ranking por una razón principal y es porque la felicidad, al final, tal como definió Mo Gawdat, no es más que la diferencia entre tus expectativas en la vida y lo que realmente consigues día a día.
En algún momento haré mi propio ranking con los países que he visitado.
Aunque no suelo publicar contenidos no originales, hoy voy a hacer una excepción para copiar una cita de un tipo importante:
«… pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca, y mueren como si nunca hubieran vivido.»
Ya se que lo más educado sería poner el autor pero entonces, igual que sucede con un cuadro cuando tiene puesto el nombre del pintor al lado, pierde fuerza la obra (en este caso, las palabras) y realza más a la persona.
¿ Cuanto vale una hora de tu vida, fuera de tu trabajo ?, ¿ A nivel económico, en cuanto valoras tu tiempo ?, ¿ Debes perder el tiempo fregando el baño ?. ¿ Cuanto debe estar dispuesta a pagar tu familia si te secuestran ?
Por fin he recuperado este viejo post de hace algunos años y lo he actualizado con la fórmula matemática con la que obtener el precio de tu hora vital, fuera del trabajo, que puede hacer que repienses un montón de cosas. Para el cálculo intervienen los siguientes factores:
Edad. Cuanto más edad tienes, menos años te quedan y por la simple ley de la oferta y la demanda el Precio Hora Vital debe ser mayor.
Índice de Felicidad Actual. Si eres muy feliz, ¿ para que cambiar ?… quizás no necesitas fabricar tiempo libre.
Horas de Trabajo Remunerado (e invertidas en transporte). Más horas trabajadas significa menos tiempo libre y por tanto un valor superior de las horas.
Horas que Necesitas Dormir por Día. Si eres un dormilón, tu precio horario sube, porque te quedan menos horas de vigilia.
Número de Hobbies Verdaderos que Tienes. Si no tienes hobbies, ¿ para que quieres el tiempo ?… obviamente estás devaluando tus horas.
Número de Hijos que Tienes. Es uno de los elementos más inflaccionadores del valor horario de tu vida. Si tienes muchos hijos, el precio se dispara pues básicamente vas a necesitar mucho tiempo para estar con ellos.
Número de Parejas, Amantes o Novias/os que Tienes. Ya se que lo normal es tener una, pero hay quien paraleliza… una nueva forma de hiperinflacción horaria.
Número de Amigos Verdaderos que Tienes. Sin duda, los amigos verdaderos también van a requerir tiempo de ti y por tanto cuantos más tengas, más tiempo necesitarás y más valor tendrá un hora tuya.
Número de Horas Semanales Invertidas en Siestas. Si bien hacer siesta (por ejemplo, el sábado y el domingo) incrementa exponencialmente tu grado de felicidad, también es cierto que hará que dispongas de menos tiempo libre y que por tanto el remanente sea más valioso.
Salario Bruto Anual. De nuevo la ley de la oferta y la demanda; en este caso el de la oferta pues si no tienes dinero para comprar tus horas, su precio se devalúa.
Coste Mensual de tu Hipoteca o Alquiler. Uno de los primeros gastos corrientes es este coste y que restado del punto anterior nos dará aproximadamente la base de referencia económica de la cual partir.
Para calcular el Precio Hora Vital, sólo debes rellenar este sencillo formulario.
Obviamente del resultado que obtengas puedas realizar otras deducciones como por ejemplo si vale la pena moverte en taxi por la ciudad o contratar la limpieza de la casa. También hay otras derivadas más profundas como por ejemplo el cálculo del precio total de tu vida (en el caso de que te secuestren…).
Pues al final va a ser que no. Pese a que estaba en mi Lista de Deseos, este año (2008) no voy a poder terminar de pagar la hipoteca de mi casa. La crisis y algunos contratiempos económicos han hecho que tenga que postponer la amortización final para 2009.
Después de unas cuantas semanas de actividad mínima, ayer sábado fui a correr y ahora tengo agujetas. La verdad es que no se puede decir que esté en un estado de forma óptimo. Lamentable.
He incorporado a La Lista de Deseos, cruzar el Puente de Brooklyn corriendo. Imagino que se podrá hacer y no será sólo para coches o con peaje o alguna cosa rara de estas. Espero cumplir este deseo en menos de 4 semanas.