Sobre los Spaghetti

A estas alturas yo creo que ya nadie duda de que el tipo y forma de la pasta es crucial para realizar un buen plato: unos penne rigate no son lo mismo que unos macarrones, obviamente.

Esto lo digo porque los spaghetti me cuestan un poco y desde luego no están entre mis pastas favoritas. Hay un par de razones para ello.

La primera, y la más importante, es que es una pasta a la que le cuesta absorber sabores y a la que las salsas no suelen pegarse a no ser que sean muy grasosas o aceitosas. El no tener surcos ni huecos (como las espirales) hace que las salsas ligeras, que son las que más me gustan, no se adhieran.

Y la segunda razón es más logistica. Antes de nada diré que dos pecados capitales por los que alguien debería ir a la cárcel son utilizar una cuchara para comer los spaghetti y la más grave, casi rozando la pena capital, cortarlos con cuchillo. ¿Qué puedes esperar de alguien así?.

El tema es que he hecho un cálculo de probabilidades que después he comprobado en un experimento científico con 22 platos de spaghetti en 22 días distintos y la conclusión es que la probabilidad de que te manches para un plato de unos 150 gramos de pasta fresca es de un 38%. Esto significa que al menos una de cada 3 veces que comas spaghetti te mancharás la camisa o lo que lleves puesto en ese momento.

Eso ya de por sí, los imposibilita para pedirlos en un menú de mediodía en la oficina, lo cual no es un problema porque yo nunca como pasta fuera de casa a no ser que sea en unos pocos restaurantes en Barcelona o en Italia. Pero como que tampoco me gusta ensuciarme en casa, tampoco suelo hacerlos a menudo.

¿Alguna opinión en contra o a favor?.

Comprar buena fruta

La regla básica a la hora de comprar fruta es evitar los establecimientos donde se ha usado o usa cámara frigorífica y por supuesto las ceras, esas que hacen que las manzanas parezcan que hayan salido de una película de Disney de lo tanto y tanto que llegan a brillar y que después necesitas 2 litros de agua para limpiarlas.

Los grandes centros comerciales como Carrefour, Mercadona y Auchan son grandes compradores de fruta y verdura y lo hacen donde la encuentran más barata: en Lleida, en Almería, en Marruecos (como los tomates de Mercadona) o en Sudáfrica. Prácticamente ninguno de los grandes vende fruta local (digamos menos de 100 kms) por lo que es evidente que utilizan masivamente cámaras frigoríficas no solamente para transportarla sino también para almacenarla. ¿Te imaginas el viaje de las naranjas y mandarinas del Mercadona desde Sudáfrica? Obviamente, ni las cargan en un avión ni en un camión atravesando todo el continente africano.

El caso de las pequeñas cadenas de supermercados tipo Keisy es interesante porque tras la apariencia de negocio local suelen estar agrupadas en asociaciones o grupos mayores que actúan como centrales de compra adquiriendo también grandes cantidades de fruta que pasa por sus neveras.

Después de investigar un poco, he calculado que el tiempo medio desde que se recoje una naranja en Sudáfrica hasta que te la comes, puede ser de hasta dos meses (16 días solamente para llevarlas en barco). Si dos meses en una nevera te deja una mandarina sin sabor (quizás dulce, si, pero sin sabor) imagina un tomate que tan solo con un par de horas en frio rompe su textura y degrada su sabor.

Las mejores frutas y verduras las solemos encontrar directamente en mercados locales como la Feria del Melocotón de Ordal o el mercado de los sábados en Vilafranca del Penedès. También suelen ser opciones locales los mercados centrales de las principales ciudadades tipo Mercabarna o Mercamadrid aunque no es seguro de nada. Habitualmente, las pequeñas tiendas en los clásicos mercados de barrio suelen abastecerse ahí.

Un caso especial y uno de mis preferidos son las tiendas de «pakis» donde la fruta es más auténtica, sin ceras y sobre todo sin neveras. Quizás el aspecto exterior es un poco más feo pero creedme que es donde mejores tomates y melocotones he encontrado.

Para acabar, un secreto: no todo el año hay naranjas de Valencia o melocotones del Ordal. Al igual que las fresas y otras frutas, la gran mayoría de las veces, las estarás comprando de invernadero o de algún país de África si esperas encontrar en pleno enero esas frutas.

Un durum en Newcastle

He llegado hoy a las ocho y pico de la tarde a Newcastle y entre pitos y flautas estaba en el hotel a las nueve, una hora demasiado tarde para salir a cenar por lo que he dado una vuelta por la ciudad y me he topado con un sitio de kebabs.

Tengo que decir que los durums son una de mis comidas favoritas por lo que he decidido cogerme uno y comérmelo en el hotel tranquilamente. El sitio, en Newgate Street, se llama Yummies y la verdad es que sacaba bastante buena pinta.

El encargado hablaba un inglés bastante limitado y encima con acento norteño con lo que la comunicación ha sido complicada. Me ha dicho si quería el durum con patatas o con ensalada y le he dicho con patatas y cuando me lo trae resulta que las había puesto dentro del wrap. Es decir, que en vez de ponerme lechuga y tomate junto a la carne, me ha puesto patatas fritas.

¿En que cabeza cabe el poner patatas fritas dentro de un durum? Esto está a la altura de ponerle chorizo a la paella y explica en cierta manera la decadencia culinaria en la que se está sumiendo Inglaterra y que hace que proliferen como nunca los obesos y los borrachos o una combinación de ambos.

Al final, tengo que decir, que no estaba malo pero he echado de menos la ensalada y la salsa de yogur. Eso sí, el tio me ha puesto tanto picante que me he tenido que beber como 2 litros de agua.

¿Como es un sábado perfecto?

El sábado, por defecto, es el mejor día de la semana por antonomasia. Y en mi caso, aun puede ser más perfecto si soy capaz de prepararme una buena comida en casa y echarme una siesta en la cama, con pijama y las persianas bajadas, de no menos de dos horas.

La comida presiesta es clave y tiene que hacerse en casa. No sirve en un restaurante porque nada está más bueno que lo que te has cocinado tu mismo.

Uno de mis menús preferidos es pasta con rovellones, rosinyols, galeras e hígado de bacalao. La pasta tiene que ser fusilli, radiatori o casarecce porque su textura es más gruesa y además el sabor se impregna mucho más que en los clásicos macarrones o espaguetis.

Las setas (rovellones y rosinyols) tienen que ser frescas y no tienen que cocerse demasiado. Lo mismo aplica a las galeras. En la salsa puedes ponerle un poco de tomate pero sin excesos. Obviamente, ni queso y mucho menos nata. El perejil y la pimienta negra le darán un toque final excepcional al plato con la pasta al dente donde la estrella es el hígado fresco de bacalao que puedes comprar en cualquier pescadería y tiene que estar cortado en dados no muy pequeños (un centímetro).

Quizás con un poco de vino y agua, y directo a la cama a hacer la siesta.

Merluzas a la Montecarlo

Ordenando cosas de mis padres, he encontrado un «libro» de recetas que mi madre mecanografió alrededor de 1963 como parte de su Servicio Social de la Mujer cuando tenía 27 años.

Dicho servicio era de obligado cumplimiento para las mujeres durante la dictadura franquista y en el se enseñaba a coser, cocinar y mantener la casa a punto para servir al marido y cuidar de los niños.

Estaba gestionado por la Sección Femenina de la Falange Española y se estima que alrededor del 90% de todas las mujeres entre 1940 y 1975 lo realizaron.

En la fotografía que adjunto, la receta de «Merluzas a la Montecarlo» se aprecia el sello de «Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S, Sección Femenina, de Barcelona – Distrito XI». También es llamativo el esmero con el que mi madre recortó las verduritas de no se donde y las pegó a la receta.

Hace apenas unos meses, el Tribunal Supremo ha dictaminado que puede computar para la jubilación anticipada.

La mejor Paella de la última década

La semana pesada en Menorca, visitamos casi por casualidad el Restaurante Voramar en una mañana de lluvia y viento en la que no apetecía ir a la playa.

Pese a que el aspecto del establecimiento no es lo más atrayente del lugar y el interior roza el minimalismo clásico extremo, la paella de marisco que pedimos fue probablemente la mejor que he comido en muchos años, quizás en la última década.

En el restaurante estábamos nosotros solos y la única persona que nos atendía y nos servía era también el cocinero. Posteriormente he descubierto que era Antonio Marqués, el director del restaurante y del hotel.

El trato fue exquisito y nos quedamos con las ganas de probar más platos por lo que el año que viene repetiremos.

Las vistas de la terraza si son espectaculares aunque no pudimos disfrutarlas mucho por la lluvia.

Vista desde la terraza del Restaurante Voramar en Ciutadella

Está ubicado en el norte de Ciutadella, concretamente en la zona de Cales Piques muy cerca de Cala en Blanes.

Green Cola

La gran alternativa a CocaCola se llama Green Cola y es originaria de Grecia donde nació en 2012. Desde allí se extendió a algunos países de Europa entre ellos España donde se encuentra disponible prácticamente en todos los lineales de los principales supermercados del país.

Pese a los informes de la OCU, Green Cola es una alternativa mucho más sana que la tradicional CocaCola al utilizar Estevia como edulcorante y cafeína natural aunque sin duda, lo mejor, es que no es americana sino europea.

De las Anémonas a las Ortiguillas

Técnicamente, las Ortigas de Mar (Anemonia Sulcata) son una subespecie de Anémonas de Mar que son conocidas como Anémona Común de Mar u Ortiguilla.

Comí por primera vez Ortiguillas en Sevilla hace ya algunos años y me encantaron. Son muy típicas en Andalucía aunque también son comunes en restaurantes y bares del Delta del Ebro y en Baleares.

Se suelen preparar fritas, previo harinado, y servidas como tapa o también en arroces.