Tres días después de subir a la la Peña Montañesa sigo con serios problemas de movilidad. Además de las agujetas típicas que aun no se han ido, tengo los gemelos al borde de la contractura, un poco quemados por el sol y encima con algunos picotazos de mosquitos (o bichos varios). Además, una uña del pie se me ha puesto azul y otra tiene pinta de seguir el mismo camino.
Sin embargo, tengo unas ganas locas de recuperarme un poco más y salir de nuevo a correr.
Aprovechando que el fin de semana estábamos en el Sobrarbe Aragonés, y tal como avisé en el post del 24 de Junio, el sábado fuimos de excursión a Sampietro y después a Morillo de Sampietro, donde habita una sola persona, a casi una hora de Boltaña por pista forestal en bastante mal estado (sin 4×4, no subes).
La excursión es altamente recomendable si no te gusta mezclarte entre domingueros y turistas. Eso sí, prepárate bien, porque el camino en coche es bastante movido hasta donde se puede llegar, y el último tramo a pie es algo más que un sencillo paseo.
En Sampietro nos espera un pueblo abandonado hace más de 400 años donde la vegetación se entremezcla con las viviendas en ruinas. A poca distancia nos encontramos Morillo de Sampietro con sus casas de más de 200 años y con unas vistas increibles de todo el Pirineo.
En la primera fotografía estamos en el punto donde debemos detener el vehículo y comenzar a descender hasta Sampietro. En la segunda, se ve Morillo de Sampietro en la parte central y la Peña Montañesa al fondo a la izquierda.
El despertador sonó a las 6:00 AM y después del desayuno nos fuimos a Ainsa donde nos esperaba el autocar que nos tenía que trasladar al Monasterio de San Victorian (el más antiguo de España) donde estaba ubicada la salida de la prueba.
A las 9:30 los 110 participantes tomamos la salida desde la cota 1.100. El primer obstáculo consistía en alcanzar la cumbre de la Peña Montañesa a 2.291 metros en menos de 2 horas, tiempo límite marcado por la organización para recorrer los 5 kms de la primera parte del circuito.
El descenso fue muy peligroso porque nos tuvimos que enfrentar a casi 2 kms de pedrera con un fuerte desnivel. Aquí comenzaron a aparecer las primeras caídas, cortes, heridas y puntos. Los servicios médicos de la Collada estuvieron ciertamente entretenidos durante toda la mañana atendiendo a los numerosos heridos y lesionados que pasaban por el punto de control.
En ese punto, después de casi 2 horas de carrera, aun quedaban 17 kms por caminos entre bosques, campos y barrancos. Y si ya de por si, eso no fuese bastante, la temperatura a las 11 de la mañana ya estaba por encima de los 30 grados.
Pasado el kilómetro 14 la carrera se volvió un auténtico infierno. Una vez terminado el bosque, nos enfrentamos a un sol terrible que nos golpeaba sin cesar mientras que nuestras piernas a duras penas subían y bajaban las suaves colinas de camino a la Ainsa por los caminos más pedregosos que había visto nunca jamás. Aun quedaban por llegar los 2 kms de lecho de rio entre guijarros, agua y barro que nos condujeron hacia el Polideportivo de la Ainsa, donde se encontraba la llegada.
En mi caso, la agonía duró 4h 01′ 04» después de casi 24 kms, 1.589 metros de desnivel acumulado de subida, 2.063 de bajada y 35 grados de temperatura a la llegada. Quedé en la posición número 76 de los 90 que finalmente fueron capaces de llegar a meta en tiempo. Sólo 4 de los 6 que íbamos terminamos la prueba.
Después de 20 maratones, esta ha sido la prueba athlética más dura en la que jamás he participado.
«… Su Majestad el Rey ordena comunique que el soldado Enrique Ventosa, fallero de caballería de Treviño, ha sido rescatado del enemigo el día 18/4/1922…»
El siglo XX comenzó con España ocupando importantísimas plazas en el actual Marruecos y Sáhara. Sin embargo, las hostilidades eran constantes por parte de la población marroquí y en 1920 el general Manuel Fernández Silvestre marchó desde Melilla sobre las montañas del Rif, donde habitaban las tribus que tradicionalmente habían sido más belicosas. Después de una rápida incursión en el corazón del actual Marruecos entre mayo de 1920 y junio de 1921, el ejército español sufrió una importante derrota en el trístemente célebre Desastre de Annual.
«En las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murieron un total aproximado de 2.500 hombres españoles, a los que hay que sumar los ocupantes, 1.500 en total, de las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi Mohamed, todos muertos. Quedaron 492 prisioneros españoles de los que sobrevivieron 326, algunos de ellos fueron liberados al comenzar la misión de rescate llevada a cabo entre otros, por los miembros de la Delegación de Asuntos Indígenas Gustavo de Sostoa y Luis de la Corte, el resto fueron liberados en 1923 tras las negociaciones llevadas a cabo con Abd el-Krim por parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de 80.000 duros de plata.»Fuente: Wikipedia.
Mi abuelo materno, Lorenzo Ventosa, en pleno servicio militar, estuvo luchando en esa batalla, fue hecho prisionero y liberado casi un año después. Mis bisabuelos recibiron este telegrama de parte del Rey Alfonso XIII el 25 de abril de 1922 comunicándoles la liberación de su hijo del que no sabian nada desde hacía meses.
El próximo domingo estaré en Ainsa en la Ascensión a la Peña Montañesa. El sábado intentaré convencer a mis compañeros de fin de semana para que vayamos a Sampietro (donde presumiblemente comienza la historia de los Sampietro), un pueblo abandonado hace más de 400 años en el centro de un verde valle flanqueado por arroyos.
Siguiendo por el camino que va desde Boltaña a Morillo de Sampietro (pasando junto al Mesón del Piojo), hay que dejar el coche en una curva cerrada a la derecha, justo cuando empezamos a descender del pequeño collado que tenemos que salvar. Justo en ese punto existe la indicación del sendero PR-HU 44 que nos guiará después de un pequeño paseo de 30 minutos hasta Sampietro (995 m. sobre el nivel del mar).
Cuentan las crónicas que el pueblo fue abandonado repentinamente sobre el 1600, según censos de la época. Hay varias hipótesis para lo ocurrido aunque en el fondo concurren en la misma y única idea de que sus habitantes se revelaron contra la administración pública.
El detalle de la historia cuenta que después de varios años sin pagar impuestos, un día cuando todo el pueblo estaba reunido en la iglesia entró el ejército y mató a toda la población excepto a dos mujeres que estaban con el ganado fuera del pueblo. Dichas mujeres pidieron asilo en Morillo de Sampietro y les fue negado; entonces fueron a Buerba y Vió.
Desde entonces todos los campos colindantes (a terrazas) de Sampietro han sido cultivados por los habitantes de Vió. Como era un largo camino de ida y vuelta, optaron por conservar las casas de Sampietro para poder ir algún día durante las labores de siega, pastoreo, etc.
Resulta interesante observar la pobreza extrema de estos habitantes a juzgar por sus moradas.
Ya ha llegado el verano, hace calor y nos sobra el agua. Ya tenía razón mi padre (taxista jubilado, aragonés, y camino de los 75) que hace dos meses dijo «esto del trasvase y de la sequía es una tontería… en Barcelona nunca ha faltado el agua ni nunca faltará». Ahora insiste en que no hay crisis; que quienes tienen la crisis son los ricos, los que no saben que hacer con el dinero y ahora no pueden ponerlo ni en la bolsa ni en la construcción. Dice que todo es un invento del PP y que la etapa de máximo crecimiento en España se dió cuando los tipos de interés estaban al 8%.
Lo cierto es que sí es verdad que el dinero se está moviendo hacia otros sectores. Antes eran el de la construcción y la restauración y ahora pues ya veremos. Quizás es por ello que se ha incrementado (quintuplicado) en el último año el capital riesgo disponible en España para emprendedores y muy concretamente para el sector tecnológico.
Cansado de las estrellitas de Windows y de Office; que si puedo ser víctima de una falsificación, que si mi ordenador está en peligro, etc… Decidí probar un poco más en serio Ubuntu.
El fin de semana pasado me compré un disco duro interno de 320GB, lo instalé en mi viejo PC con 512 de RAM y procedí a instalar Ubuntu, una distribución bastante extendida de Linux. Después de equivocarme un par de veces con esto de las particiones y demás, conseguí que funcionará y… sorpresa, iba más lento que Jordi, Vicenç y José Luis subiendo la peña montañesa. De hecho iba muchísimo más lento que Windows XP en el mismo ordenador.
Después de investigar un poco, me di cuenta de que no habia nada a hacer, que Ubuntu es lentorro y cuando ya iba a volver a Windows XP, descubrí que existía la posibilidad de utilizar la interfaz gráfica XFCE para linux, en la llamada distribución Xubuntu. Después de instalarla (tarea nada fácil para lo que es necesario ser prácticamente ingeniero de la NASA), la velocidad ha aumentado considerablemente y ya ha superado a Windows XP. Además el ordenador arranca muy rápido.
De momento, todo funciona bien y eficientemente. El único problema es que Xubuntu (ni ninguna distribución linux) tiene MS Access por lo que me tendré que acostumbrar a vivir sin él.
Pese a que es americana, la película me ha parecido genial e inesperada. Está ambientada a finales del siglo XIX en Londres, y narra la historia de dos magos enfrentados por conseguir los mejores trucos de magia.