«Ninosca» era el nombre de una artista de cine rusa y fue el nombre que se le dio a una perra que nació en Casa Cambra alrededor de 1950 y que un mes después se incorporó a la familia Sampietro, donde vivió cerca de 15 años hasta su muerte.
Su primer accidente
Cuando tenía 6 o 7 meses tuvo su primer accidente cuando se estaba descargando un fajo de alfalfa y se le cayó encima. El resultado de dicho accidente fue que se le rompió la pata delantera
Alberto Sampietro Garcés fue el encargado de atender al pobre perro. La cura consistió en utilizar una caña de cuatro dedos de larga, rajarla en cuatro trozos transversales y poner un trapo impregnado en pez hirviendo, todo esto alrededor de la pata de Ninosca bien atado. En plena cura, cuando el animal sintió el calor de la pez hirviendo decidió morder en la mano al veterinario accidental al que le sacó sangre.
Ninosca quedó un poco coja a raíz de este accidente pero podía correr y saltar igual que antes.
Cazando conejos
En su juventud aprendió a cazar conejos aunque durante toda su vida tampoco cazó muchos. Es posible que se guardará el secreto para si.
Casi siempre las cacerías se hacían con Antonio Sampietro Betato o con su hijo Alberto y en una de ellas, una vez que iba cómodamente sentada con las patas colgando en la parte delantera del carro de la familia, tirado por dos yeguas (Morena y Rubia), el conductor, en esta ocasión Alberto Sampietro Garcés, vio las orejas de un conejo entre unos matorrales.
Alberto cogió a Ninosca en brazos y le encaró la cabeza hacia el conejo. Cuando la perra lo vio, el corazón le dio un salto y Alberto la soltó en dirección hacia él.
Ninosca salió corriendo a toda velocidad hacia el conejo y cuando éste la vio, agacho la cabeza y la perra saltó por encima sin verlo. A pocos metros frenó dio media vuelta pero el conejo ya corría en dirección contraria y Ninosca no pudo alcanzarlo.
En otra ocasión, Ninosca fue sorprendida con un conejo entre las patas cuando Alberto Sampietro procedía a terminar una dura jornada de labranza y al ver que no venía fue a buscarla al campo vecino. En esa ocasión, el conejo terminó en la mesa de la familia en forma de «Paella de Conejo».
Los cachorros de Ninosca
En los primeros partos de Ninosca, siempre se le quitaban todos los cachorros excepto uno porque siendo joven como era solo podía amantar a este uno, dada la dieta pobre en casi todo que tenía.
Con los años, se le quitaban todos los cachorros y se ponía en su lugar un cerdito de unos días al que se encariñaba rápidamente. Ninosca se encargaba durante las siguientes semanas de alimentar al cerdito. Era curioso que miraba más por la alimentación de los cerditos que de sus cachorros reales y siempre traía bichos que había cazado por el monte para alimentar a su «hijo». Los bichos, traían también el mal olor a la casa. En una ocasión trajo una culebra muerta.
Con el tiempo, Ninosca, intentaba dar a luz en sitios más escondidos para ver si así no se cambiaban a los cachorros por cerdos.
En una ocasión, tras esconderle una vez más a sus cachorros, la perra desapareció y al cabo de cuatro días, se la encontró llorando al lado del río, justo en el sitio donde Ángela Garcés había lanzado al agua a sus cachorros.
El fin
Catorce o quince años después de su nacimiento, una mañana iban Ninosca y Antonio Sampietro Betato en la carretera de Margudgued a Boltaña, por el lado izquierdo la perra, y en el derecho Antonio.
Al ver acercarse el coche de línea Boltaña-Bielsa, Antonio le dijo a Ninosca que se estuviera quieta y la perra que entendió que se pasará al lado derecho de la calada, murió atropellada por el autocar.
Autor: Alberto Sampietro Garcés