El fin de semana pasado, aprovechando que el viernes era festivo, decidimos añadir épica y memorabilidad y convertir en realidad un sueño imposible: dormir bajo el Castillo de Zafra entre la niebla y el frio.
El Castillo de Zafra se construyó en el siglo XII y se alza magestuoso sobre un conglomerado rocoso en medio de una dehesa (con algun pino) a 1000 metros de altitud sin ningún pueblo o carretera asfaltada a la vista, en la provincia de Guadalajara.
Para llegar necesitas conducir por una pista sin asfaltar durante unos 20 o 30 minutos más o menos. Mi recomendación es que a menos que no tengas un 4×4, lo hagas por la ruta norte porque por el sur el camino estaba algo mal.
Después de cenar en Molina de Aragón, enfilamos la carretera hacia el Castillo con la temperatura ya por debajo de los 5ºC y llegamos al sitio sobre las 9 de la noche en medio de la oscuridad más absoluta que uno pueda imaginar y bajo un cielo estrellado que hacía muchos años que no veía.
Desmonté las sillas de Pol y Blanca, las moví a los asientos delanteros junto con todo el equipaje que llevábamos y abatí los asientos traseros para montar un colchón inflable que había comprado. Y ahí dormimos los 3 bien abrigados y bajo una misma manta.
Nos despertamos temprano y a las 7 decidimos abrigarnos bien y salir a explorar los alrededores del Castillo, que son espectaculares, en medio de una espesa niebla y a 0ºC.
A las 9 de la mañana ya estábamos en Setiles, de 81 habitantes, desayunando en el único bar que encontramos en muchos kilómetros a la redonda.