Este fin de semana pasado he estado en Kyiv, la capital de Ucrania donde he corrido la maratón de la ciudad. He viajado solo y me he reencotrado con esa vieja sensación que hacía años que no sentía al llegar a un país nuevo (mi número 64 !!!), desconocido y enigmático y descubrir sensaciones e imágenes nuevas a cada paso que das: al coger el metro, al ir a un restaurante,…
Correr una maratón en un país extranjero es una gran forma de conocer la cultura y la forma de ser de sus habitantes: estás obligado a comunicarte con ellos cuando vas a buscar el dorsal, cuando preparas logísticamente la prueba y mientras corres. Además de apartarte de las típicas zonas turísticas de la ciudad, conoces aspectos muy diferentes que de otra forma quedarían al margen de cualquier viaje.
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La carrera fue realmente muy dura, con muchísimo calor (entre 25 y 30 grados), con muchos kms de adoquines (y aseguro que cansa mucho más que correr sobre alquitrán), con avituallamientos solo con agua, pero sobre todo, con muchas subidas y bajadas. Al final 4h de sufrimiento en las que hasta algunas liebres llegaron caminando por el sofocante calor que pilló por sorpresa a los fríos ucranianos.
La ciudad. muy recomendable, tiene auténticas joyas arquitectónicas combinando los viejos edificios soviéticos con los elegantes palacios de principios del XX y con las magníficas iglesias ortodoxas. Realmente me ha sorprendido muy gratamente tanto la propia ciudad como los ucranianos.